«Engaño»

Cuando el universo se burla de ti, no tienes más remedio que aceptarlo. Lo llamaría karma, pero no tengo muy claro creer en esas cosas.

He publicado media docena de libros en los dos últimos años. Bueno, auto-publicado. Diréis, «así cualquiera». Y os diré «pues sí, pero hay que escribirlos». Y hasta ahora, ésa me parecía la parte fácil. Coger la máquina de escribir (soy un antiguo, pero el clac clac de las teclas me relaja a la par que me motiva), un café, la ventana abierta y en unas cuantas tardes os monto una historia. Ni siquiera me paro demasiado a revisarlo, la gente lee cualquier cosa, con tal de que sea barato y le toque la fibra o le de cierto morbo el asunto. Con tanto fan de Gran Hermano lo vi claro: las historias de engaños amorosos eran el futuro. 

Chico conoce chica. Chica se enamora de chico. Chico conoce a otra chica. Se monta el triángulo y alguien acaba escaldado. Todo el mundo adora las historias en las que luego las chicas acaban juntas y dejan tirado al infiel. O las historias de chicas que pillan a la pareja en pleno acto y se pasan el resto del libro vengándose de forma a cada cual más bizarra.

Lo que nadie se espera (lo que yo no me esperaba) es que eso mismo le pase en su propia cara. ¿Cómo pueden ser tan estúpidas? ¿Cómo no se dan cuenta de que las engañan? Si es que siempre hay pistas, siempre se sabe, es que no lo quieren ver…

Después de haberlo escrito una y otra vez, os puedo asegurar que no se parece en nada a la realidad.

Cuando Alba me dijo que llevaba un año saliendo con otro tío y que me dejaba, os juro que pensé que era una broma. Que había leído el comienzo de mi último manuscrito y se estaba haciendo la simpática. Hace ya meses de eso, y desde entonces, la máquina está cogiendo polvo en la mesa del salón. El escenario imposible con el que jamás soñé… ¿cómo podía pasarme esto a mí? ¿Al creador del engaño?

Y ahora me siento incapaz de terminar la historia que tenía entre manos. Todo parece demasiado real y demasiado inverosímil a la vez. 

El engañado, se venga: no, no tengo ni ánimos. El engañado se liga a la nueva pareja del infiel: nunca he mirado a un tío de esa manera (aunque bueno, que no te guste la carne no significa que no puedas apreciarla), pero he visto al nuevo novio de Alba… y de verdad os digo que no sé qué le ve. El engañado acepta su nueva vida y sale a darlo todo por las noches: ¿hola? ¿En serio he llegado a escribir eso como media docena de veces? ¿En qué puñetas estaba pensando?

Ahora me siento un estafador, con ganas de devolverles el dinero a todas las personas que alguna vez han comprado alguno de mis libros: ¡No, por favor! ¡No lo leáis! ¡Es todo mentira, una basura!

Voy a quemar el manuscrito, no tiene sentido que siga por este camino.

***

Vaya, nunca queméis un tocho de papel dentro de casa; la cosa huele fatal, y el olor tarda en irse. El karma me sigue persiguiendo. ¿Es que esto no va a acabar nunca?

Veamos, ¿sobre qué podría escribir ahora?

Nada romántico, eso queda vetado de por vida.

¿Novela negra? Creo que tampoco. Lo único que se me ocurre es una historia donde un personaje que no se llama Alba pero que es Alba no sale bien parada… Con la suerte que tengo, la policía acabaría llamando a mi puerta sospechando que he tenido algo que ver si la pobre, Dios no lo quiera, sufre algún accidente.

La fantasía y la ciencia ficción superan mis capacidades. Hay que crear un mundo, horas y horas de dedicación y tiene que tener sentido. Visto lo visto, no sirvo para investigar temas que desconozco.

La poesía ni me la planteo. Y pensar en terror lo único que hace es darme miedo de no saber qué hacer con mi vida si no vuelve mi musa.

En fin, lo mejor será que me deje de tonterías, le devuelva la máquina a mi madre y vuelva a la universidad. Está claro que mi plan de ser un escritor millonario antes de los veinte no estaba muy pensado… Me ha salido el tiro por la culata.