«Entre dos demonios»

Hoy honrrare a mi existencia, se dijo Antonia, estaré con quien me haga feliz, es lo que me permito, ya que he llegado al extremo en el fracaso. Por lo menos eso pensaba mientras empacaba sus maletas, estaba llegando la hora de salir de su nido familiar después de más de 30 años. Antonia una psicóloga, que decidió estudiar esa carrera guiada por una falsa imagen de ayuda a los demás, termino con dificultad después de 10 años y tras haberla aplazado varias veces. Empezó a escribir desde que pudo hacerlo, a través de sus diarios, su libro de sueños y pesadillas, las cartas de amor, poesías y cuentos que eran una especie de catarsis personal entre tanto desorden familiar. De un momento a otro después de sus intentos fallidos por conseguir un empleo y la vejez cada vez más acentuada de sus padres, que la atormentaban por días, como un par de demonios en constante guerra. Por días eran el uno o el otro el villano o la víctima. La vejez de él llegó no con sabiduría por el contrario, ha vuelto a la niñez, un hombre mayor como un niño sucio que no puede controlar ni su saliva en la boca, y que como adulto no puede contener sus celos infundados y palabras hirientes. Y la vejez de ella, vengativa, depresiva, recuerda Antonia que ella le infundía el miedo con su propia muerte. Siempre ha querido morir, nunca disfruto su vida, ninguno de los dos y ahora se odian, ahora en su vejez se demuestran cada día y de diversas maneras su odio. Y entre esa guerra de demonios estaba ella, Antonia, se sentía fracasar, ya no podía escribir, estaba atormentada, ni dinero, ni inspiración, tampoco opciones de un trabajo decente. Pero tomo una decisión; irse, buscar paz, reencontrarse. A veces no son las personas, -se que no soy yo, es este ambiente destructivo el que no me deja progresar, no los abandonaré, seguiré pendiente, pero no dejaré que su guerra me destruya con ellos. Así tomo la decisión más certera de su vida. Con la libertad, llegó la inspiración.