Creía que sería más sencillo. Lo había practicado mil veces frente al espejo. Ir al parque donde estaría jugando al baloncesto. Sentarme en la grada a esperar que terminara el partido. Cuando se quedase solo para practicar tiros a la portería, acercarme a invitarlo a un helado.
Allí estaba, repetía los lanzamientos una y otra vez. No fallaba ni uno. Pero mi plan si estaba fallando. Otro día más sería incapaz de acercarme a él. Me revolvía en mi asiento de la grada en un quiere y no eres capaz. Me fije en aquel tiro. La pelota iba directa al centro del aro, pero algo la desvió ligeramente, choco contra él y salió despedida hacia los árboles que había al lado del campo.
Adrián maldijo el mal tiro y se dirigió a los árboles. Le pareció ver una sombra entre los árboles. No habían sido imaginaciones. La sombra salió decidida hacia Adrián con la pelota en la mano y yo sin pensarlo me levanté y bajé la grada corriendo hacia ellos. Intuía que algo no iba bien.
Me pareció ver un reflejo plateado en la mano de aquella sombra. Adrián agarró la pelota y la sombra extendió la mano del reflejo y la pelota como por arte de magia salió disparada hacia mí. Logré esquivarla, pero tropecé y caí en medio de la pista. Miré en la dirección que había ido la pelota, y cuando volví mi mirada hacia donde estaba Adrián, lo tenía agachado a mi lado mirándome fijamente.
- Lo siento. – Me dijo. - ¿Estás bien? – No pude hacer nada más que asentir mientras me sonrojaba y apartaba la mirada. - ¿Puedo invitarte a un helado?Mis ojos brillaron y contesté que sí.Escondido entre los árboles, los vio alejarse lentamente por el parque. Trabajo hecho, Cupido.
Buen relato, Irene.
Buen relato.
Saludos Insurgentes