[… tras hacer el amor en una tórrida noche de verano, ella se acomodó en su pecho hasta quedarse dormida en un sueño y una vida plena junto a él.
FIN]
— “Bueno, otro Best Seller para mi colección” Pensó para sí Paula, enorgullecida de su obra y carrera literaria plagada de éxitos.
Lo cierto es que no le resultaba difícil escribir sobre novelas rosa, simplemente se basaba en sus vivencias y en lo perfecto que era todo a su alrededor ; especialmente en lo que a amor se refería.
De adolescente se había llevado alguna que otra calabaza, pero nada de gran importancia , aún así, esas experiencias le servían para avivar escenas de su labor.
Su idílica relación con Fernando, se lo facilitaba todo, desde su día a día, a la llegada de las musas. Era una convivencia perfecta de cuatro años ya, en la que ella había escrito sus mejores obras; no historias de amor y desencuentros, si no con mucha narrativa histórica y temporal, siempre con una moraleja aplicable a la vida real. Eran libros con mucho contenido porque así se sentía Paula, con todas sus facetas henchidas.
Fernando siempre se adelantaba a sus deseos, nunca habían discutido seriamente y la colmaba de amor y mimos. Ella por su parte le correspondía de la misma forma, aunque dicen que en una relación de pareja siempre hay uno que ama más que el otro y la escritora tenía la espinita de que era ella la que más daba, a pesar de las atenciones de él.
Pero no podía pedir más, la vida le había regalado el mejor de los presentes, una mitad perfecta, un alma gemela.
Pasado el tiempo, Fernando comenzó a mostrar una pizca de indiferencia hacia Paula, era un atisbo muy pequeño, pero sirvió para ponerla en alerta. Se dijo a sí misma que él estaría pasando un mal momento, un bajón, quizás. También pensó en que su perspicacia le estaba jugando una mala pasada y que un comentario a destiempo podría dañar a Fernando, así que optó por callar.
Pasadas unas semanas el teléfono de Fernando, no paraba de vibrar y él estaba hasta las tantas conversando por WhatsApp.
Las atenciones a Paula habían comenzado a cesar, es más, se encontraban por casa y él no le quería ni hablar; ya estaba perdido en otra, más joven y con cuerpo imponente, los halagos de Paula ya no le servían porque se sentía como un rey ante su aburrida plebeya. Sin embargo los de esta joven le resultaban nuevos, frescos, explosivos y eso lo volvía loco.
Comenzaron las mentiras a Paula, que si un viaje de negocios, que si tenía mucho trabajo en la oficina, etc…
El colmo es que a pesar de pensar en fugarse con la joven, Fernando seguía proponiendo planes de futuro a Paula, como tener hijos o mudarse a una isla paradisíaca, lo cual la hacía sentir confundida. Finalmente se decidió a contratar a un detective privado que siguiera las andanzas de su amado. Cuando éste apareció con un dosier de fotos de la nueva pareja en actitud más que cariñosa y lugares y sitios, viajes que hacían, el mundo se le vino encima. Una cosa es sospecharlo y otra era comprobarlo por sí misma.
Llamó por teléfono a Fernando envuelta en un mar de lágrimas, rabia y desesperación, quería oir un “lo siento” un “fue una enajenación”, pero no, él se mantuvo firme, escuchó y calló.
Como era de esperar cada uno terminó por su lado, Fernando poco tiempo acompañado y Paula sumida en su soledad.
Intentó empezar un libro nuevo, unas poesías de amor y fingía ser feliz, pero algo había muerto dentro de ella que no la dejaba volver a su ser.
El suelo de su despacho estaba inundado de textos inconclusos, no podía escribir nada que no le pareciese mentira y una gran ironía. Aprendió que el amor no es para siempre, ni termina siempre bien. Pasados unos cautelosos días, ella no paraba de llorar, por un lado por el amor perdido y por otro por su bloqueo literal. Decidió que esa no era la vida que quería y se puso en manos de un terapeuta que entre muchas otras técnicas y talleres le dio un gran consejo:
—¿Por qué necesitas escribir sobre amor y finales felices?
—Porque siempre es lo que he hecho, no sé escribir otra cosa, y ahora ya ni eso.
—Por qué no te centras en ti y en como te sientes ahora? La escritura del yo es una forma de terapia muy gratificante y quién sabe lo que puede salir de ahí?
—Probaré pero no creo que salga nada válido.
Paula llegó a su casa y tras hacer muchos maragatos en hojas en blanco, su dolor comenzó a salir de su alma; brotaban palabras tras palabras con un sentimiento que le salía de su corazón roto y de su alma gris. Terminó por escribir su romance y desencuentro en poco menos de dos semanas.
Le pareció una buena novela así que la editó y publicó.
Fue el mayor de sus éxitos, con lo que recuperó la autoestima, el amor por su trabajo y las ganas de vivir otra vida.
A veces la lectura y la escritura nos salvan de todas las formas posibles de la ignorancia y del mal.