RG
Rocío García

«Esquizofinia»

1001 palabras
8 minutos
78 lecturas
Reto creativo «Escribir es invitar»
😵 Imagina la aventura personal de un o una novelista que pierde la noción entre la realidad y la ficción.

Moira acababa de salir de la ducha cuando oyó el insufrible tono de llamada. Se dirigió hacia la mesita del salón para silenciar aquel aparato del demonio. Quince llamadas perdidas de su editora le advirtieron que algo no iba bien con su última entrega. Ignorando la intranquilidad que la invadía, abandonó de nuevo el teléfono y decidió que la llamaría después.

 Preparaba otra cafetera, la cuarta del día, cuando oyó una voz y se percató entonces del televisor encendido. Su primer impulso habría sido apagarlo si aquel discurso no le hubiese provocado un escalofrío.

—Se han registrado varios terremotos en Europa, los expertos dicen que han alcanzado el 6.8 en la escala Richter. —era evidente que la chica estaba nerviosa por muy convincente que fuera ocultándolo. —Los seísmos detectados en la costa Japonesa han levantado olas de 16 metros…

La chica seguía hablando pero Moira ya no estaba escuchando. Sus ojos se habían perdido en la multitud de personas tras ella. La gente se manifestaba, sujetaban pancartas en las cuales Moira pudo leer «EL FIN DEL MUNDO HA LLEGADO».

El sonido del timbre de la puerta fue lo que sacó a Moira del trance, ni siquiera se había dado cuenta de que se había arrodillado ante el televisor.

Aterrada se dirigió hacia la puerta lentamente y lo que encontró detrás de esta le confirmó que aquel día iba a agotar al completo su cupo de sorpresas.

—¿Adam? ¿Qué haces aquí?— preguntó incrédula. —¿Cuándo has vuelto?

—Acabo de llegar, ¿He hecho mal al pasarme? Porque si te molesta…

—Pensé que no ibas a volver. —Le interrumpió.

—Yo también. —admitió el muchacho. —¿Has oído? El fin del mundo se acerca. —añadió con fingido dramatismo seguido por una carcajada.

—Ya bueno la gente se asusta demasiado, aunque los terremotos parecen preocupantes.— añadió Moira— ¿Quieres un café?

—Me encantaría.

Estaba colocando la cafetera que ya había dejado preparada sobre el hornillo cuando el suelo se movió bajo sus pies.

Al principio fue una sacudida leve. Unos segundos más tarde, la sensación de estar atrapada dentro una centrifugadora. Mientras observaba las estanterías del salón desplomarse, oía el eco de los jarrones romperse en añicos, la cafetera cayendo y rodando, Adam gritándole algo a lo lejos y por un instante, tuvo la ridícula sensación de que el bloque entero se desplazaba, pero aquello no era posible ¿verdad? Un ruido insoportable, como el que haría el mismísimo mundo al desmoronarse, un golpe seco y, de repente, oscuridad.

—¡MOIRA! ¡DESPIERTA!

Abrió los ojos y estaba tumbada en el regazo de Adam. Su pelo parecía estar lleno de algún polvo de aspecto parecido a las cenizas. Se sorprendió al toser y descubrir que ambos estaban cubiertos de polvo, atrapados entre los escombros de la que había sido su cocina.

Dos estanterías habían caído formando una pirámide sobre ellos, salvándoles la vida. El salón era un caos.Horrorizada, descubrió que el terremoto había arrancado una de las paredes del salón y que a través del hueco podía ver el exterior, el mar.

—Tenemos que salir de aquí.—Sugirió mientras se incorporaba, pero el corazón le dio un vuelco cuando vio la pierna del chico atrapada bajo un enorme bloque de piedra.

—Estoy bien. —Le dijo con voz entrecortada. —tienes que moverte, busca ayuda.

—Esto se va a caer Adam, no pienso dejarte aquí. —Se negó mientras hacía vanos intentos por levantar el pesado objeto. Solo consiguió arrancarle varios gritos de dolor al muchacho.

—Moira con cuidado, el suelo es inestable. —Le ordenó.

Moira comprendió que no debía perder más tiempo negándose así que como pudo, se abrió hueco entre las estanterías y se arrastró hasta la mesa del salón esquivando una pista de obstáculos.

Con la mano temblorosa agarró el móvil, tras pensarlo unos segundos remarcó al último número que le había llamado y al segundo clic, la voz histérica de su editora resonó.

—¿Dónde estás? Te he llamado mil veces.

—Rose, estoy en casa, esto se está cayendo a pedazos...

No pudo terminar la frase, pues el segundo temblor la obligó a agarrarse al mueble del televisor mientras el teléfono salía disparado por el agujero de la pared y vio en el exterior a una mujer arrastrarse sobre sus muñones intentando avanzar en el infierno en el que se había convertido la calle. La sangre se le congeló en las venas al verla ser aplastada por un coche. Las placas tectónicas se estaban desplazando, arrasando con la superficie terrestre.

—¿Adam? ¿Estás bien? —Temió por un par de interminables segundos no recibir respuesta.

—Sal de aquí antes de que esto se venga abajo.

—No pienso dejarte aquí.

—Moira siento haberme marchado así, yo solo quería protegerte… pensé que estarías mejor sin mí…

—¡Cállate, vamos a salir de aquí los dos y me vas a contar lo que has hecho en tu viaje, ¡prométemelo!

No era consciente de que había comenzado a llorar hasta que sintió el sabor salado de las lágrimas y tras oír «lo prometo» soltó sus manos del agarre y se deslizó de nuevo a través del salón. Los cristales afilados le cortaban la piel a su paso, pero no se detuvo hasta atravesar la puerta y llegar hasta unas escaleras semiderruidas. A su espalda, un grueso cable del destrozado ascensor emitía chispas mortales y en un intento de esquivarlas, se tropezó con los escombros y rodó escaleras abajo.

Tras abandonar lo que quedaba de edificio, aturdida por la caída, visualizó un coche del que salió una Rose desesperada.

—¡Dios mío estás herida! —clamó.

—Rose dime que esto no es real, que es mi imaginación, te juro que estoy tomando la medicación.

—No, cariño, todo esto es real, el fin del mundo es real.

—Tenemos que sacar a Adam, él sigue ahí dentro.

El rostro de la mujer era la viva imagen del desconcierto.

—¿Adam ha vuelto?

—Sí, sigue en el edificio, me ha salvado la vida.

—Moira. —La mujer hizo una larga pausa, —Adam no puede estar ahí porque no existe, es un personaje de tus novelas.


RG
Rocío García
Mente inquieta, nocturna y devoradora de libros Dum Spiro, spero.
Miembro desde hace 2 años.
2 historias publicadas.

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Jacobo en letras
07 sept, 12:10 h
¡Hola Rocío! Me ha gustado el principio, Moria arrodillada ante el televisor... Te comentaba también por el título del relato, por si no estaba bien escrito. ¡Un saludo!
RG
Rocío García
07 sept, 12:53 h
Hola Jacobo, muchas gracias por tu comentario. El título es un juego de palabras, una combinación entre Esquizofrenia y la palabra fin, ya que la chica protagonista padece de esta y está al mismo tiempo contemplando el fin del mundo.
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