«Esta mujer se ha trastornado.»

No logro entender por qué me obligaron a desalojar aquella  cueva tan suave y acogedora en la que llevaba durmiendo plácidamente durante más de 9 meses. Me habría quedado allí  para siempre. Desde que estoy aquí fuera todo es frío y  noto un gran vacío a mi alrededor.  Minutos antes de salir, sentí  un dolor agudo e insoportable y cuando por fin asomé la cabeza, escuché  muchas voces a mi alrededor. Todos parecían preocupados, corriendo de un lado para otro. 
-Se nos va.- Gritaban.- Rápido, llévese a la niña. Hay que detener la hemorragia cuanto antes. 
Sinceramente esperaba otra bienvenida. Fueron 9 meses escuchando a las mismas personas decir que era lo más deseado de este mundo, que estarían aquí exclusivamente para consentirme. Promesas que aparentemente  han caído en saco roto.  Estoy aquí sola y  no recibo cariño. Si esto me lo hubieran dicho hace un año, no me habría dejado atrapar por aquel espermatozoide traicionero.
 Apenas puedo abrir los ojos, pero cuando lo hago solo veo a una mujer que no cesa de llorar. Intuyo que es la dueña de la cueva. No me la imaginaba así, tan abatida,  apagada, sin ganas de nada. Antes, su voz sonaba diferente. Era dulce, suave, alegre... No sé qué hacer para llamar su atención. Si no he entendido mal, por ahora solo sé comer, dormir y manchar el pañal. De comer me da una señora vestida de blanco. Si duermo más, no conseguiré que despierte y la última opción no la barajo porque me quedaré sucia hasta que se me irrite la piel. No me está dejando muchas opciones. Voy a llorar hasta que me quiera, hasta que no le quede más remedio que salir de ese estado de letargo que le impide abrazarme. Lloraré hasta que no me queden lágrimas.