—¡Pom, pom, pom!—Suena cómo golpean la puerta.
El silencio como respuesta. Los tres agentes de la Gestapo deciden forzar la puerta. Entran con dos objetivos: detener al señor Schwarz y requisar lienzos de Felix Nussbaum. Se trata de pinturas que representan el campo de concentración de Auschwitch donde ha estado recluido. No pueden salir a la luz.
Los tres hombres se distribuyen por las estancias: uno hacia el ala este, con arma en mano registra el amplio comedor. Abre cajones, deshace el sofá, tira los cuadros al suelo tras romperlos en busca de las imágenes censuradas que pudieran estar ocultas. Otro avanza por el pasillo hasta llegar al rellano entre dos habitaciones. Tras abrir la primera puerta encuentra sentado en frente de un escritorio a un individuo vestido con traje negro mirando hacia la ventana. Sin decir una palabra dispara a su hombro derecho. Éste levanta el brazo izquierdo lanzando una granada al aire.
El residual pitido aturde a los que quedaron en las primeras estancias. Dejan pasar unos segundos antes de adentrarse hasta lo que ha dejado de ser un dormitorio.
—Aquí no queda nada para registrar. Pasemos al garaje, ¿algo en el comedor?
—Nada. Salgamos.
Levantan la puerta basculante, se bloquea a media altura. A oscuras entran. Se dividen, uno a cada lado del vehículo, avanzan.
—Schmidt, revisa el vehículo.
Momento en el que abre la puerta del conductor, la radio se enciende, suena Schumann, 3 Romances Op.94. Al sentarse nota algo, lo rescata con su mano derecha. Una grabadora. Presiona para escuchar: “Die Wahrheit liegt in Ihren Händen. Genieße die Musik” (“La verdad está en sus manos. Disfrutad de la música”).
Apenas un instante tuvieron, para cruzar sus miradas antes de la siguiente explosión.
Felix Nussbaum dejó retratada la crueldad vivida en Auschwitch. Memoria que debe permanecer.
Enhorabuena!
Saludos Insurgentes