-Hola, papá. Si estás esperando escuchar la voz de mamá, lo siento. He venido sola. En realidad, me ha traído Valentino. Me está esperando fuera, en el coche. Es bueno, papá, con mamá y con nosotras. Te gustaría. Creo que tú nos lo pusiste en el camino.
Echo de menos tus besos al llegar a casa y los que me dabas antes de dormirme, echo de menos bailar contigo salsa y merengue. Mamá es un pato mareado y la pobre no coordina, bueno, solo coordina la mano cuando me atiza una colleja. Tiene la capacidad de moverla a velocidades que ya querría yo cuando me obliga a barrer. Piensa en ti todos los días. A veces se le dibuja una sonrisa en la cara sin motivo. Es por ti. Espero que no estés enfadado porque después de 5 años haya decidido seguir adelante. Mamá daría lo que fuera porque no te hubieras ido y nosotras también. Carla vendrá a verte mañana. Queríamos estar un rato a solas contigo. Te quiero papá ahora y siempre.
-Hola, papá. El cabrón de Valentino está fuera. No tengo mucho tiempo. Desde el día que te fuiste se ha comportado como un buitre acechando a su presa. Tú mejor que nadie sabes que mamá es débil y no sabe decir que no, así que en nada lo tendremos en casa ejerciendo de padre baboso. Si no fuera por el dolor que siento por tu pérdida, te diría que no te perdonaré jamás. No solo te fuiste, no, además nos dejaste a merced de ese mal nacido. ¿En qué estabas pensando? ¿Era tan complicado no beber antes de coger el coche? Quiero defenderte, pero a veces me cuesta encontrar argumentos a tu favor. Él, un cabrón y tú, un gilipollas. Menudo ojo el de mamá.
Saludos
Me quedo con el primero.
Saludos Insurgentes