Ángel paseaba intranquilo por la habitación, mientras Mabel terminaba su rutina de estiramientos.
-No puede ser cierto, Mabel, esto no puede estar sucediéndome.
-A ver Ángel, quita la vista de tu ombligo un momento. Esto no está sucediendo-TE. Está sucediendo en más de la mitad del continente. - dijo antes de pasar de la postura de la vaca al perro boca abajo.
-Debería haber algún lugar donde ir a cargar los móviles y las portátiles, seguro el gobierno tiene energía. ¡Yo soy escritor! ¡Cómo voy a escribir así!
-Podrías buscar una máquina de escribir. Seguro en alguna tienda de antigüedades o preguntando por alguna reliquia familiar aparece una.
-Brillante Mabel,¿cómo vamos a preguntar a la familia con el celular descargado y las fallas de internet? Es que esto es peor que estar bloqueado, es como estar atado de manos.
Mabel hizo una última postura de agradecimiento, guardó la esterilla y, buscando algo en unos estantes, dijo:
-Mira, tengo por aquí una pequeña muestra de una tecnología que se ha independizado de la electricidad. Deberías probarla. - y le alcanzó un lápiz y una libreta a Ángel.
Ángel dejó de caminar en círculos y se sentó con la libreta en la mano.
-Crees que mis problemas son una tontería, ¿no?
-Creo que te has olvidado de porque eres escritor. Tú me lo explicaste hace años de la forma más sencilla, con el cuento de aquel ratoncito de campo. Quizás deberías leerlo nuevamente. - dijo y salió al patio, a trabajar en su huerta.
Ángel se trasladó a su niñez y recordó la historia de unos ratones de campo que juntaban provisiones para el invierno. Todos menos uno, Frederick, que recolectaba palabras, colores, sensaciones, para iluminar los días grises y fríos de invierno, y para suavizar con historias las largas horas de oscuridad. Cómo lo había olvidado!
Enhorabuena
Saludos Insurgentes