—¡Te deseamos todos, cumpleaños feliz!
Arrancó un gran aplauso.
—Sopla la vela, abuelita.
Se hizo el silencio y la vela con forma de 70 se apagó de manera inmediata.
—Mamá, no te ha dado tiempo ni de pedir un deseo.
—Sasha, ya se me ha cumplido.
Los dieciséis asistentes sonrieron mientras se miraban, embobados y cegados por el dulzor de la velada, sin saber lo que les iba ocurrir.
—Ya sabéis que, prácticamente, lleváis toda vuestra vida conmigo.
—Mamá, querrás decir toda.
—No, Iván. En vuestras mentes es así, pero en la mía está tan claro... Han sido años muy bonitos, sí. Ha sido difícil hacer de mis cuatro hijos —decía entrecomillando al aire—: Iván, Igor, Irina y Sasha, gente de provecho. Estoy satisfecha de haber llegado hasta aquí habiendo cumplido con éxito mi misión.
Todos se miraron extrañados, a excepción de la tía María y la cumpleañera Gertrudis, que asintieron con complicidad.
—Mis "hijos" han conseguido ser altos mandos dentro del Centro Nacional de Inteligencia, mi pequeña Sasha se ha convertido en la jefa de gabinete del Presidente del Gobierno y mi implacable Irina ostenta un alto cargo en ese banco que lo tiene todo monopolizado.
»Gracias a vosotros dispongo de todo lo que me hacía falta para volver a mi país con honores. Al principio, estaba horrorizada por venir a este mísero país para encargarme de cuatro huérfanos famélicos... Pero, tras muchos años muy sacrificados, he podido recolectar los frutos de mi trabajo: todos los secretos que guardáis, ahora son míos. Mi espionaje ha dado su fruto y... lo siento.
»Siento lo que va a pasar ahora con mucho pesar.
Levantó su copa y un grupo de encapuchados entró a dar muerte a todos los asistentes. A excepción, claro está, de María y Gertrudis de Vladivostok.
Felicitaciones. Suerte.
Enhorabuena
Saludos Insurgentes