Sé que ese será mi lector, por eso no voy a darme una última falta de esperanza. Con este sellado confío que seas el único testigo de mis culpas.
Una fuerte discusión en la cocina pasó a más y enzarzados, salieron por la puerta trasera al callejón. No paraban de golpearse el uno al otro hasta que, con Ramón tumbado y medio inconsciente, Silvestre recuperó el picahielos y, tras recuperar un poco las fuerzas, se arrodilló encima y, con las dos manos atinó en el corazón. Se levantó y me vio. Me señaló e indicó el arma. Me quedé pasmado, temblando, yo que sólo había ido a tirar la basura. Se acercó cojeando, con una mirada terrible, me agarró la camisa mirándome a los ojos y volvió a señalar. Cabizbajo y muy asustado agarré con la derecha el ejecutor. S. sonrió y me dio una palmadita en la espalda, después me golpeó la espinilla y me quedé ahí tumbado hasta las sirenas.
Esa es mi historia, nadie la creerá, pero creo que tú serás comprensivo, pues Marta ya me apartó, amor de mis ojos, de la inocencia. Sé comprensivo y haz justicia a un débil cobarde.
Firmado:
Pablo.


me ha encantado, enhorabuena.
Saludos Insurgentes.