«Instantes»

La fotografía era sin duda el trabajo de mis sueños, pues yo, que siempre había sido algo tímida,
tenía la excusa perfecta para ocultarme tras el aparato y hacer mi trabajo en silencio, observando un
mundo distinto a través de la lente de la cámara.
Pero a pesar de lo mucho que amaba la fotografía, desde que me habían contratado para este último
trabajo, había empezado a odiarla profundamente. Porque una vez más, ella forzaba que sus ojos se
iluminaran de forma artificial ante mi cámara y yo estaba obligada a jugar con la luz para ocultar las
ojeras que ni el maquillaje había logrado tapar por completo, las pequeñas marcas rojas que podía
entrever en sus lagrimales, las comisuras de sus labios curvadas hacia abajo. Todo para aparecer en
la portada de un maldito disco.
Que distintas eran aquellas sonrisas a las que me dedicaba cuando en los descansos, burlábamos a
promotores, guardaespaldas y fans para escabullirnos a algún lugar apartado dónde compartir una
comida entre risas, susurros y abrazos. Que falso era el mundo que ahora me mostraba la lente de la
cámara.
Con un suspiro, mire las fotos que había hecho, inexpresiva.
- Lo siento, supongo que hoy no estoy siendo una buena modelo. - Dijo ella, la tristeza empañando
su expresión de nuevo.
Mi rostro se iluminó de pronto ante una nueva idea, mientras colocaba la cámara frente a mí. La
cámara me mostró la misma expresión falsa de antes, pero esta vez, mi sonrisa no vaciló.
- Te quiero.
Mi cámara captó de nuevo, por primera vez en meses, una sonrisa real, acompañada de un hermoso
rubor que tiñó sus mejillas levemente. Levanté la vista de la pantalla para encontrarme con su
mirada de nuevo.
- Yo también te quiero.