🦸♀️ Escribe la historia de una heroína cotidiana llamada Supermamá.
Se mira sus manitas negras mientras recuerda el procedimiento a seguir el día de salida:Ve hacia la luzLlora cuando abras los ojosBusca alimento rápidoLas instrucciones están grabadas a fuego en su pequeño cerebro; ya casi está preparado. Lleva meses escuchando voces desde allí: una es profunda y tranquilizadora, como la oscuridad en la que está envuelto; otra es dulce y le acaricia los oídos con canciones que suenan a vida. Tiene ganas de conocerlas, a esas voces. Por eso se repite las instrucciones una y otra vez. Luz. Llorar. Alimento. Rápido. Está cada vez más impaciente y mueve sus piernitas al ritmo de las canciones.A la semana, todo se convulsiona a su alrededor: el momento ha llegado. Escucha gritos y muchas voces más que no entiende. Ahí está la luz, cada vez más cerca. Llorar. Su llanto inunda la sala. Alimento. ¿Y la voz dulce? Ya no la escucha. Pasa un rato hasta que siente como unas manos calientes rodean su cuerpo. Abre los ojos. Las manos son blancas y la voz, aunque también es dulce a su manera, no es la de su madre.
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Martina Andrés
Periodista de veintidós años con la mente a medio camino entre el periodismo de…
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