Ser cartera en mi pueblo siempre fue mi ilusión, y llevar esta carta el destino de mi vida.
Esa mañana las ruedas de mi bici rebotaban en el adoquinado de la carretera que llevaba por la campiña hasta la vieja granja de Mr. John. El apuesto aventurero que decidió hace unos años echar amarras y esperar a la parca en la tranquilidad de suaves colinas de su tierra natal. Todas las millas recorridas, las alegrías y las penas de sus numerosos años surcando los mares, no pudieron aplacar el desgarro de abandonar en estas tierras a la mujer que amó toda su vida. Volver a sus raíces era la única cura para su viejo corazón.
Emocionada toqué la campanilla, su sonido se mezcló con el paso de un rebaño alborotado y apenas se escuchó en el interior. Nerviosa, campaneé por segunda vez intensamente, vi entonces la sombra del intrépido viajero acercarse a la puerta, sus ojos de mar y su sonrisa enmarcada por la barba de viejo marino hacían de Mr. John un sujeto atractivo a pesar de su edad.
Temblorosa entregué a su destinatario la carta más importante de mi vida, tras abrirla me miró y su cara se llenó de lágrimas de alegría, el informe estaba claro: él había encontrado una hija y yo había encontrado un padre.
Me ha encantado, enhorabuena.
Saludos Insurgentes
... Felicidades y suerte