Entre aquellos viejos libros de instituto estaba aquel sobre vacío. Solo una foto y un sello eran signo de que aquella carta estaba lista para ser enviada.
Tus amigos, parte de los que fueron tus amigos, estaban en aquella foto. Esa fue tu última foto. Pensativo, con el bocadillo en la mano y la mirada perdida. Ya lo tenías claro, ¿verdad? Viniste a despedirte de nosotros, a tu última cena.
No pude decirte lo que mi corazón de verdad sentía. Ya lo habías apagado; la distancia y el desgaste hizo todo lo demás. Aun así aquellas palabras, convertidas en una cita, volvieron a reavivar la llama aquella noche. Fue todo muy raro, muy raro. ¿Cómo me pudiste engañar así? ¿Cómo me traicionaste?
¡Dios! ¿Qué hice para merecer esto? ¿Por qué no desaparece esta pena? Es como si algo se hubiera quedado a medias. Necesito respuestas y sé que nunca las encontraré. Tú nunca me las dirás, no me contestarás. No me diste tiempo a que llegara la carta. Moriré de tristeza sintiéndome culpable de algo que yo no cometí. Te quise, pero tú… decidiste dejarnos. Ahora ese amor sigue estando en el aire pero ya no puede ser tuyo. Lo siento, me fallaste y no me pidas que te perdone, no sé si podré hacerlo hasta que no me lo supliques de tu viva voz y eso nunca ocurrirá porque aquella carta nunca se envió.
Me ha gustado.
Saludos Insurgentes
Gracias por la lectura.