Día noventa:
Aquí me hallo entre sombras y tinieblas, sentado en una esquina húmeda de este lugar olvidado de la mano de Dios. Luengos días y menguadas noches me fatigan en esta caverna infernal, donde solo tengo un camastro inmundo, una letrina, a escasos cinco metros de donde duermo, y una ventana por la que veo salir y ponerse el sol. Observo las rayas que voy pintando día tras día, con carboncillo, en esta pared de cal y canto: cuento noventa rayas rectas en grupos de tres, noventa días preso. Lo único que me acompaña es la soledad y el arrepentimiento.
A duras penas puedo escribir las letras en este diario: mis dedos atrofiados, mis delgadas muñecas y mi postura torcida indican que ya no tengo fuerzas. Son muchos días esperando una libertad que no llega.
‘La cárcel es un lugar donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido tiene su habitación. Es un apeadero de necios, república confusa, infierno breve, muerte larga, puerto de suspiros, valle de lágrimas, casa de locos donde cada uno grita y trata de su sola locura’. Así es este lugar.
Intento calmar mis sombríos pensamientos: concentrándome en una genuina historia que ronda mi cabeza, una idea vastísima que ansío plasmar en el papel lo antes posible. El ansia me perturba y me consume la inquietud por dar vida a ese personaje que ya inunda mis pensamientos de colosales aventuras: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, y al que le asigno un futuro lleno de hazañas y romance, montado en su caballo por tierras de la Mancha, junto a un compañero leal, concretamente por un lugar de cuyo nombre no quiero acordarme…
Por Miguel de Cervantes Saavedra
Gracias!!