Francisco Anacoreta Laico

«La chica del pelo colorado»

714 palabras
5 minutos
76 lecturas
Reto creativo «Escribir es invitar»
💔 Ponte en la piel de un escritor o escritora que tiene un bloqueo debido a un desengaño amoroso.
Llevaba varios meses sin escribir nada y mi editor no paraba de darme la murga. Tenía que terminar algo y entregarlo en el plazo de un mes. Pero no podía concentrarme, solo podía pensar en ella.
Estaba inquieto, quería quedarme en casa para escribir, pero no estaba relajado, ni inspirado.
Así que decidí salir a dar una vuelta para que me diera un poco el aire. Llamé a mi amigo Guillermo y quedemos en la gasolinera.
Compremos unos litros de cerveza y nos sentemos en el parque que hay más abajo.

—¿Algún consejo para salir del pozo? —Le pregunté.

—Amuebla el pozo.

—Esa es la clave, tío. Pero no es fácil... No sé qué hacer, a veces estoy en casa dando vueltas y me dan ganas de tirarme por la ventana. Dime, ¿Qué hago para no tirarme por la ventana?

—Tira a otro. Después de eso la ventana tendrá rejas y será imposible tirarse.

—Muy gracioso...

—Mira, Antonio... a ti lo que te pasa es que piensas demasiado, les das muchas vueltas a las cosas, lo mejor es no pensar. No hay que pensar demasiado. ¿Quieres venirte conmigo a trabajar cargando camiones de paja?, necesito a alguien que me ayude, así, por lo menos, mantendrás la mente ocupada durante un tiempo...

—Qué dices... Los trabajos forzosos en los que hay que bregar con gente solo aumentan mi ansiedad y malestar.

—Macho, pues tienes suerte de haber llegado a ser escritor...

—Sí, pero como no escriba algo para el mes que viene se me va a acabar el chollo.

— ¡Pues escribe sobre la chica esa del pelo colorado que tanto te gusta!

—¡Hostia!, pues es buena idea, eh... ya tengo argumento, lo único que tengo que hacer es estructurarlo un poco y ponerme a ello.

—¡Claro, loco!, si es que te ahogas en un vaso de agua, saca algo bueno de todo lo malo. —me dijo mientras apuraba la botella, después la arrojó al suelo.

— No hagas eso, tío. La papelera está ahí al lado... —Le recriminé.

—Bah, no me des la murga. —dijo mientras me daba una leve colleja amistosa.

—Hay algo que no me cuadra... tú no sales nunca, incluso sales menos que yo... ¿Dónde has conocido a la chica esa del pelo colorado? — dijo con los ojos como platos brillosos mientras se tambaleaba un poco bajo el efecto del alcohol.

—Es la cuidadora que contraté para mi abuela, se llama Nina.

—No me jodas, que te has enamorado de una chacha...

—No seas gilipollas, hablas como un clasista asqueroso.

—Un escritor de peso como tú se merece algo más, hombre... ¡Jajajaja!

—Que más da... Pareces idiota.

—Estoy de broma... no te mosquees, pero si tiene novio y dices que no te hace mucho caso... pues pasa de ella y búscate a otra, será por mujeres...

—Sí, habrá muchas... pero a mí nunca se me han acercado demasiado y a ti menos.

—Tampoco seas cruel, compañero... —dijo mientras se reía levemente.

—Además que a mí la única que me interesa ahora mismo es ella.

—Pues, macho... entonces lo que tienes que hacer es atacar, decirle algo, yo qué sé... Y si no quiere nada contigo pues ya está... Por lo menos sales de dudas.

—No es tan fácil, si fuera una chica que hubiera conocido en otras circunstancias pues si lo haría, pero ella vive con mi abuela y a veces paso tiempo con ella, se ha creado una amistad entre nosotros y no quiero estropearla, porque si le digo algo y no quiere nada conmigo (que es lo que parece...) entonces nuestra amistad se irá a la mierda, y estará distante conmigo e incómoda con mi presencia, seguramente. Y yo pues prefiero no hacer nada y seguir teniéndola como amiga por lo menos...

—Macho, eres un romántico de los que ya no quedan, y un rayado de campeonato, pero no te quejes tanto porque ahí tienes un buen culebrón del que escribir.

Dicho esto Guillermo se levantó del banco y se despidió. Ya era tarde y al día siguiente tenía que madrugar para ir a trabajar. Trabajaba cargando camiones y cuidando ganado.
Le di las gracias y me quedé un rato sentado pensando en nada y en todo. Minutos más tarde me subí a casa y empecé a escribir un pequeño borrador.
Francisco Anacoreta Laico
Escritor autodidacta
Miembro desde hace 2 años.
116 historias publicadas.

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