El cerebro de Nina no procesaba la información. No, no es eso, claro que la procesaba, ella no era tonta, lo que pasa es que no entendía. ¿Cómo se comprende que te separen de tu madre?
Llegaron aquellas personas desconocidas que la miraban a ella con lástima y a su madre con reproche. Gente con olores a perfumes y aspecto aseado y ordenado. Nina se dejó engañar por aquella nube de limpieza y sonrisas dulces. La llevaron a un lugar con paredes de colores brillantes y carteles con fotos de familias felices, de las que salen en las revistas que mamá y ella rescataban de los contenedores azules. Allí la ayudaron a bañarse. Nunca había podido estar en una bañera tan calentita, llena de espuma hasta desbordar. La dejaron disfrutar de aquella sensación de ingravidez que a su subconsciente le recordó a su primer hogar, dentro de mamá. Después, la misma dulce mujer, le recortó las uñas y le ofreció pintárselas. Ella eligió un color rosa fuerte con destellos de brillantina. Le desenredó la melena con bastante delicadeza, mientras la laca de las uñas se secaba.
Nina pensó que les había tocado la lotería, o que estaba en un sueño, pero los pequeños tirones del pelo le recordaban que estaba allí, en aquel lugar limpio, cálido y bonito. Además, en un sueño no te duele la tripa por comer. Y a ella, después de asearla y vestirla con un chándal precioso a juego con sus uñas y con la cara de Minie en el pecho, le pusieron delante un plato de fruta fresca cortada en daditos, un vaso de leche fresquita y un trozo grande de bizcocho con chispas de chocolate. Comió con ansia, y eso que le recordaron que solo era la merienda. Luego habría más, en la cena.
Pero aquel sueño tenía una parte fea y mala. Cuando Nina preguntó por mamá, le dijeron que no podría verla más, al menos durante bastante tiempo. A partir de aquel día, se quedaría en aquel lugar a vivir, con gente desconocida, con más niñas y niños extraviados, excluidos, abandonados, despojados. Entonces Nina se sintió estafada ¿De qué le servían todas aquellas comodidades si no tenía el amor y la seguridad que le daba su mamá?
Nina seguía sumando agujeros como si fuese una coleccionista de espacios vacíos; antes eran los agujeros en el estómago por el hambre, agujeros en la dentadura de la mala alimentación y la mala higiene, agujeros en la ropa de tercera o cuarta mano. Ahora añadía un agujero enorme en el corazón o en el pecho, o a saber. Le costaba identificar aquel dolor, solo sentía vacío, un vacío que amenazaba con tragársela.
Desde aquel día, cualquiera que se acercaba a ella no podía evitar un escalofrío; sus ojos se volvieron opacos y su pena salía por cada poro de su piel y por cada pelo de su cabeza. No volvió a hablar durante mucho, mucho tiempo, no tenía nada que decir.
Como jugar con la inocencia de un niño, hasta límites insospechados.
El final está lleno de pena e incertidumbre, un ser muerto en vida.
Me ha encantado!
Saludos Insurgentes
Me ha encantado esta frase: "Nina seguía sumando agujeros como si fuese una coleccionista de espacios vacíos"
¡Enhorabuena!