LA ESTACION DEL ESCRITOR
David estaba nervioso, bajo el brazo llevaba la carpeta con un adelanto de la novela, que estaba convencido, le lanzaría al firmamento de los grandes autores.
Había conseguido una cita con uno de los editores más importantes, que tras leer las primeras sesenta páginas, que le envió por correo un par de semanas atrás, valoró muy positivamente la obra y como consecuencia, ahora se encontraba frente a uno de los edificios más imponentes de la ciudad, sede de la editorial con más renombre internacional.
Veinte minutos más tarde, se encontraba de espaldas al edificio, con una mezcla de alegría y emoción..¡lo había conseguido!, estaban dispuestos a firmarle un contrato de edición, con un suculento adelanto por ventas y una distribución importante a nivel nacional, para ello debía terminar la obra en un plazo de dos meses y llevársela personalmente al editor, para su valoración final, ¡todo pintaba de maravilla!.
De camino a casa, se levantó las solapas del abrigo, decidió que volvería a pié, a pesar del frío de noviembre, el cosquilleo de la emoción, le mantenía en calor.
Su apartamento cercano a la estación de tren, no era el lugar más indicado para concentrarse y terminar la obra, en ocasiones se encerraba en la casa de sus padres, cuando éstos se marchaban a uno de los tres o cuatro viajes que realizaban al año, era más tranquila y apartada para escribir, pero ahora se encontraban allí y ya escuchaba a su madre..”David, ¿te preparo un sándwich?...ha venido tu amigo Luis, baja a saludarlo”, necesitaba concentración absoluta para no torcer su “opera prima”.
Decidió alquilar una pequeña casita junto a un pequeño pueblo en las montañas, alejado del bullicio, sin teléfono, careciendo de internet, desconectado de todo lo que pudiera distraerle, envió unos últimos mensajes a sus padres y amigos, informándoles de su desconexión con el mundo durante los próximos sesenta días, apagó el móvil y lo dejó dentro de un cajón de su escritorio.
Le costó seis horas de conducción llegar al lugar, antes pasó por un supermercado en un pueblo próximo y cargó el coche con todo tipo de alimentos y bebidas, había adquirido su revista preferida especializada en novedades literarias en la ciudad, antes de salir, sin olvidarse de un pequeño altavoz con conexión usb, por si necesitaba algún momento de relax, para ello llevaba en el coche un pequeño disco duro con la música que apreciaba.
Pasados quince días, de intenso trabajo, había conseguido ampliar su obra en más de doscientas páginas, la lluvia de los primeros días, se convirtió en nieve en los siguientes, la chimenea, con un buen surtido de leña, mantenía la casa en calor, se tomaba algunos momentos para mirar cómo caía la nieve a través de la ventana, el paisaje era maravilloso, el verde de los altos árboles aún sobresalía entre el blanco de la nieve.
Ingería entre seis y siete cafés al día, solos, largos y de sabor fuerte, como a él le gustaba.
..”la noche era oscura….tanto como el pensamiento del intruso…..”, sus dedos tecleaban el portátil a buen ritmo, capítulo terminado, corrección efectuada, destinaba mucho tiempo a encajar bien las palabras que utilizaba, aunque era consciente de la exhaustiva y minuciosa corrección que pasaría en la editorial, pero la primera impresión era importante y decisiva.
Pasados cuarenta días, con una incipiente barba de varios días sin afeitar, la obra tenía cuerpo, pero había que rematarla, las últimas y decisivas páginas eran cruciales, el desenlace final tenía que ser impactante.
Se incorporó de la silla, se desperezó tras haber pasado las últimas ocho horas escribiendo, el cristal de las ventanas estaba empañado, producto del contraste de temperaturas, se puso el grueso abrigo y un gorro de lana, abrió la puerta para tomar el aire, se quedó absorto e hipnotizado con la visión que le ofrecía la naturaleza, la nevada era copiosa, como en los últimos días, el mes de enero estaba siendo de los más fríos de los últimos años, el verde de los árboles ya no se distinguía, todo era de un blanco esplendoroso, intentó acercarse hacia el coche que únicamente se distinguía por el volumen que ocupaba en el paisaje, pensó que debería quitar la nieve que lo cubría por completo y ponerlo en marcha un rato.
Al dar los primeros pasos, las piernas se le hundieron hasta el muslo, calculó que debería haber más de un metro de nieve, desistió de su intento, esperaría a que el tiempo mejorara o debería despejar la entrada hasta llegar al vehículo.
A falta de una semana para entregar la novela completa al editor, el tiempo no había mejorado, dedicó un día entero en abrir un camino hacia el coche a fin de arrancarlo, inesperadamente el vehículo arrancó, lo mantuvo durante veinte minutos calentando el motor, pero si el tiempo no mejoraba, difícilmente podría salir de allí.
No le preocupaba el aislamiento, aún le quedaban víveres suficientes para aguantar otro mes sin salir, pero la novela debía estar en manos del editor en seis días.
“…nadie le esperaba, comenzó a andar por la carretera, que apenas era visible debido a la oscuridad….no miró hacia atrás…la vida continuaba.”….FIN.
Había repasado el escrito más de seis veces, creía que estaba listo, se mostraba satisfecho, le encantaría al editor…siempre y cuando pudiera salir de allí.
La nieve seguía cubriéndolo todo, no se podía salir, nadie podía llegar, a ésas horas debería estar entregando el manuscrito al editor, sus sueños se desvanecían, nadie leería su obra, aislado, sólo…y la nieve seguía cayendo con virulencia….
…¡Señor!...¡señor!...sonaba como un susurro lejano…¡SEÑOR!...David despertó azorado ante el zarandeo, miró al sujeto que tenía al lado…-están esperando su discurso, señor- le dijo.
Miró desde la mesa de la tribuna, donde los ilustres acompañantes le aplaudían, observó la revista que tenía en sus manos, su preferida..se reconoció en la foto de portada…”más de cuarenta millones de libros vendidos en treinta países”…”…el autor del momento..”.
-Sí….sí…gracias-contestó
Los más de cuatrocientos invitados, se pusieron en pié.