«La Mano Divina.»

Lucas no era un niño que destacara por nada en especial. En la escuela era motivo de burla por su aspecto "flojucho" y un tanto desaliñado. Don Emilio su profesor no sabía qué hacer con él. No era talentoso en la música, un verdadero desastre en los deportes, las matemáticas ni mirarlas y en general un estudiante pésimo. 
Nunca participó en nada, se sentía mal y algo frustrado, bueno, si que había algo que era importante para él, los libros. Pero eso sólo le sirvió para evadirse y dejar más a un lado sus deberes de estudiante. Su vida escolar fue desastrosa. 

A sus veinte años continuaba viviendo con sus padres y su hermano  seis años menor que él. Su trabajo era un pasatiempo por mera subsistencia aunque le reportaba lo suficiente como para ayudar en casa y poder comprar algún libro y material para escribir. 

Escribía cada noche después de su lectura diaria. Su hermano Felipe, a escondidas leía durante el día lo que Lucas había hilado a la luz de una vela durante la noche. Le parecía maravilloso lo que encontraba cada día sobre el papel y finalmente se atrevió a confesar a Lucas su atrevimiento. Debía salir a la luz y que todo el mundo conociera su obra. Lucas lejos de enojarse solo le dijo un par de palabras "tengo miedo" Y continuó con un "no sirvo para nada". Estaba frustrado y eso le impedía ver todo de lo que era capaz. 

Unos meses después al llegar a casa, sobre la mesa encontró un libro, era su propio libro y un talón con una importante suma. No comprendía. Miró a Felipe que sonreía. 
-Mientras tú sentías miedo de tí mismo. Yo tomé tu trabajo y lo presenté a la editorial. Tú decías que no merecías la pena pero estabas muy equivocado hermano. Eres muy valioso y aquí está la prueba. Trabaja duro como siempre has hecho y sobre todo CONFÍA.