Había bastante bullicio en la plaza a aquellas horas de la noche. Los transeúntes paseaban cargados con regalos de las diferentes tiendas distribuídas por los soportales. La floristería o la tienda de regalos eran los más solicitados, solamente la librería, se mantenía en relativa calma.
Al otro lado, en el café Oviedo, Valentina estaba inmersa en su lectura. Un grito a su izquierda hizo que su mirada se dirigiera hacia un lugar, donde no existían comercios y la oscuridad, prevalecía sobre la luz de las farolas. Dos personas discutían acaloradamente; sus gestos aumentaban con los minutos, llegando a escucharse alguna amenaza.
Intentaron separarlos , pero el protagonista, de complexión fuerte, conseguía esquivarlos. Pronto llegó la policía para desalojar la zona y calmar a la pareja.
Valentina les conocía; hace años, trabajara con ella en una empresa de congelados, mientras que él estaba en la zona de logística. Allí se conocieron y se gustaron. Ella fue una de las que la animó a salir con aquel hombre.
Llegaron a quedar y unos meses después, se fueron a vivir juntos. Poco sabía de ellos desde que la fábrica cerró y cada uno se fue por su lado, pero había oído que sufría abusos desde hace dos años.
" Me sentía culpable, por eso decidí hacer lo que otros no eran capaces".
Guardó sus cosas y extrajo ese pequeño objeto que siempre llevaba consigo; una cimbra y una flecha serían suficientes para enmendar su error. Buscó el lugar adecuado y lanzó el dardo mortal. La mujer, recogió a su pareja y miró a su alrededor con incerteza.
«Nadie pudo reconocerme, piensan que soy portadora de la felicidad y el afecto, pero “el amor solo es amor si parte del respeto y el cuidado” y él, merecía mi flecha, por eso le maté».
Una historia magistral Mencía!
Saludos Insurgentes