Hoy he descubierto en el trastero de mis abuelos este cuadro que tiene pintado un personaje extraño. Cuanto más lo miro, más me parece que lo conozco, que lo he visto en algún lado, pero entonces las pinceladas se me desdibujan y pierdo el recuerdo. Lo he trasladado al piso de arriba y lo he apoyado en la pared para verlo con perspectiva, por si me ilumina la razón.
Le he mandado un par de mensajes a mi padre y a mis abuelos, incluso he contactado con la parte de la familia que nos queda en el norte, intentando encontrar la procedencia de este cuadro, pero mi abuelo no recordaba tenerlo siquiera y mi padre hace años que no pisaba el trastero. Y es extraño, porque nadie en la familia pinta.
Vuelvo a mirar el retrato por millonésima vez, que me devuelve el reflejo de una mirada gélida y la idea que despunta en mi cabeza desaparece antes de que pueda rescatarla. No me había fijado hasta ahora en el marco elegante del cuadro, que aparenta ser un tanto mísero, pero el personaje que habla desde dentro con voz propia no lo parece. Acerco la mano al lienzo y rozo con la punta de los dedos las pinceladas gruesas que lo bañan. Como un fogonazo todo se vuelve blanco y estoy de repente en un bosque a oscuras y cuando me giro espantada una mirada se me clava en el pecho y la sonrisa espeluznante que la acompaña me hace estremecerme. Yo ya he tenido este sueño antes.
Abro los ojos asustada y me retiro al otro lado de la habitación. Este cuadro lo he pintado yo y nunca había visto a esta persona en la realidad. Pero yo no sé pintar.
El giro final es brutal!
Saludos Insurgentes