«La Noche Estrellada»

Ahí está, tan guapa como todos los días. -¡Hola, Yuki! ¡Buenos días! -¡Hola, Italo! ¿Que tal estás? -Bien, ¿y tú? -Bien, gracias. Me la quedo mirando absorto, me encantan sus ojos rasgados y su pelo recogido pulcramente en una coleta y su cara aniñada. -Vas a llegar tarde. Me sobresalto. Ni siquiera me dí cuenta de que me quedé sin decir nada. -Sí, tienes razón. Bueno, me voy a la garita. Nos vemos. -Claro que sí. ¡Hasta luego! Pasan las horas y la gente sigue entrando para ver las nuevas obras que han llegado procedentes de París. Los visitantes se quedan absortos con la de Da Vinci y no es para menos. Es el que más gusta aquí, en el museo, su "Autorretrato" . Y al principio de la cola está Yuki, enseñando todo y dando las explicaciones y atendiendo las preguntas frecuentes. Me fascina que siempre va con una sonrisa. Y es que, desde el primer día que nos conocimos, me gusta, me gusta muchísimo. Estoy enamorado de ella y nunca me he atrevido a decirle nada, ningún día. Tengo miedo de que no sienta lo mismo. Pero esta noche le confesaré lo que siento. Por fin es la hora del cierre y como siempre, antes de irnos, me la encuentro sentada observando el cuadro de "La Noche Estrellada" . -Siempre te encuentro aquí. -Italo, es mi cuadro favorito. -Lo sé - le digo. Se queda mirándome y sonríe y yo también sonrío. -Y sé que también es el tuyo ¿verdad?, te he pillado más de una vez observándolo cuando pensabas que nadie te miraba. -Me gustas Yuki, mucho. Y estoy enamorado de ti. - Ya está, ya lo dije. -Lo sé, tú a mi también. ¿Te parece que nos vayamos a cenar? Han abierto un restaurante nuevo cerca de aquí. -Me encantaría. Cuando tú quieras. -Pues venga, vámonos. ¡Ah, por cierto Italo! - Se acerca a mi, se pone de puntillas y me besa. Y después de aquella noche, tras veinte años casados, seguimos igual de enamorados y viendo "La Noche Estrellada" cuando vamos a un museo. FIN