«La otra cara de la Navidad»

Navidad. Una época en la la felicidad abunda en el aire y en la gente, o al menos esa es la fachada que a la gente le gusta ver. Para mí, Navidad, es un constante recordatorio de lo que perdí. Y no hablo de un objeto, no, sino de una persona, de esas cosas que damos por sentado hasta que un día la realidad nos muestra su faceta más cruel y nos damos cuenta que lo que creíamos que era importante no vale ni un centavo. 
Para mí las fiestas son un vacío, un vacío que ni el mejor de los turrones puede llenar, pues falta esa persona que le daba sentido a la cena, a la comida, al querer sonreír. Veo estos días como una imposición, como una hipocresía. Debes ser feliz aunque tu vida sea un drama; donde la gente decide ser 'caritativa' pero los restantes meses del año no cuentan.
Yo ahora daría mi vida por una navidad más, un día cualquiera, junto a la persona que perdí, ese sería un regalo que ni todo el oro del mundo se podría comparar pues olvidamos que el auténtico regalo es la persona que se sienta a nuestro lado no lo que sea que ten envuelto en un hermoso papel que, puede dar alegría, sí, pero no es una vida. 
Para mí la navidad es el máximo exponente de que no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos; de la hipocresía, pues la gente te criticará si no sonríes: ¡Oye, qué es Navidad! Si no sonrío es porque no puedo no porque no quiero, algo que por desgracia la mayoría ni comprende ni quiere comprender. 
Me alegra ver a los niños felices, pero me hace recordar que yo soy una niña, que su carta no se cumplirá.