Hoy en el museo hay una gran actividad, todos los empleados están excitados. La razón no es otra que el descubrimiento de una nueva pintura. Un cuadro encontrado hace unos años tras los muros de una casa. Se desconoce el autor, aunque a buen seguro tiene un gran valor a tenor de los análisis hechos al lienzo. Tras unos largos meses de restauración, ha llegado el momento. Se ha invitado a autoridades, expertos y periodistas, es todo un acontecimiento que nadie se quiere perder. Obviamente, yo tampoco, pero nadie me ha invitado. Eso no es ningún obstáculo para mí, porque logro escabullirme entre el numeroso público y colocarme en un buen lugar para ver bien de cerca el gran momento.
Cuando el director del museo descubre el cuadro, la sorpresa de todos es monumental, las alabanzas por la gran calidad de la pintura y la belleza de los colores se suceden. Pero también hay comentarios sobre el personaje retratado, nada buenos, por cierto. Un criminal, un depravado, etcétera…
Yo no veo muy bien de quien se trata, así que intento acercarme algo más, cuando puedo ver con claridad el rostro del protagonista, observo con asombro que la cara retratada es la mía. No puede ser, yo nunca he posado para ningún cuadro y según todos los análisis, el cuadro podría tener más de quinientos años.
El director reveló la identidad del protagonista del cuadro, se trataba de Gilles de Rais, el sanguinario lugarteniente de Juana de Arco.
Tal vez debiera haber hecho caso a aquel hipnotizador, que me reveló que, en una vida pasada, había sido un terrible asesino de niños. Nunca creí en la reencarnación, tal vez ahora, después de ver ese cuadro, comience a hacerlo.
Una historia sorpresiva y con intriga, me ha gustado.
Saludos Insurgentes.