«Las cosas que dejé atrás»

El júbilo y la felicidad del público la llenaban de satisfacción y se sentía volar. Pero después, sola en el camerino, se desmaquillaba frente al espejo. Sucedía siempre. "¿Y tú quién eres?", se preguntaba con un nudo en la garganta.

El post-concierto. Esta vez había sido peor porque le había visto en primera fila, cubriendo el espectáculo para la revista cultural donde siempre había sabido que trabajaba. El tiempo se detuvo.

Le pidió a los músicos cantar "Las cosas que dejé atrás". La compuso una noche de borrachera pensando en Él. El chico que dejó en el barrio al que la famosa Lady Purple nunca volvió. Aunque formaba parte de su disco más vendido, jamás la cantaba en público. Por eso era una leyenda para sus fans y siempre la pedían a voz en grito.

"Y aunque a veces no compensa
tantas horas de tristeza,
de giras sin hogar y en soledad.
Yo te cuento con certeza
siempre estás en mi maleta,
a ti nunca jamás te dejé atrás."

Estallaron en aplausos. Él olvidó fotografiarla y se miraron hasta que bajó el telón. María (no se sentía Lady Purple) se perdió durante unos minutos en su pasado. Meditó sus decisiones y llegó a una conclusión. Lo volvería a hacer. Lo volvería a hacer.

Pero todos cambiamos.

La noticia corrió como la pólvora. Lady Purple dejaba los escenarios. Los paparazzis le siguieron la pista hasta un piso de sesenta metros cuadrados del que su abuela nunca quiso mudarse. Cuando deseó volver a cantar lo hizo en fiestas, bodas y comuniones… Tal vez no era el mejor plan; tal vez estaba tan loca como cuando soñaba con ser estrella de rock.

No os hagáis ilusiones, Él no fue a buscarla. Pero María se miraba al espejo y por fin sonreía: "Eres tú".