«Lo llevamos en la sangre.»

Aurora tenía sobre la mesa de su despacho la lista de todos los alumnos que iba a tener ese año. Conocía a la mayoría, pero hubo uno que le daba mala espina. 
-¡¿Frankenstein?! -Tenía que ser una broma.

Llegó el día de la primera clase y todos los alumnos se fueron presentando. Cuando le llego el turno a Gilda fueron varios los que empezaron a burlarse de su famoso apellido. A ella no parecía molestarle...ni tampoco agradarle.

Pasaron los meses y las burlas a la supuesta descendiente de los Frankenstein no cesaron. Entonces paso algo horrible.
-¡Aurora! Sal de la clase un momento por favor -El director parecía muy nervioso.
-¿Qué sucede?
-Acaban de llamar los padres de Igor. El niño ha aparecido muerto. Por lo visto le ha atacado un animal -Aurora no se lo podía creer. Tuvo que comunicárselo a sus alumnos y todos parecieron impactados...menos Gilda.

Gilda llegó a casa. Hizo rápido las tareas y se fue al laboratorio de su padre.
-¿Y bien?
-Ya lo han encontrado.
-Bien, ¿algún sospechoso?
-Creen que le atacó un lobo.
-Vaya, así que piensan que "Mordisquitos" es un lobo. ¡JA! Perfecto.
Gilda fue hasta la jaula y admiró a la criatura que habían creado juntos su padre y ella. Una quimera fruto de los estudios de la familia. Lo que no sabían es que desde la pequeña ventana los observaba Aurora. En cuanto vio a ese monstruo se asusto y salió corriendo.
-Padre, nos ha visto.
-Vaya, pues Mordisquitos ya tiene cena. ¡Suéltalo!

Apenas quedaba luz solar y la criatura no tardó en dar alcance a la profesora.

Desde la distancia Gilda observaba sin ningún tipo de remordimiento el festín que se estaba dando la criatura.
-¿Por qué los creamos padre?
-Porque lo llevamos en la sangre.