Que magnífico día hacía, sin duda era un buen presagio para empezar la semana, que aunque prometía ser ajetreada, gracias a las últimas investigaciones, ya iba por buen camino para poner todo en su lugar.
Se dirigió a la oficina andando, como era habitual, tras beber un café apresurado para espabilarse. Según su agenda digital le anunciaba, a primera hora tenía entrevista con Almudena Fernández que llevaba el resultado de su concienzuda revisión del expediente “Amando al asesino”.
Primera parada, en el quiosco de revistas para comprar el periódico, que le encantaba leerlo en papel, como casi todo, el olor a tinta y el tacto del papel la habían fascinado desde que aprendió a leer y la tecnología digital no había conseguido hacerla renunciar a ello.
Segunda parada en la panadería, unos buenos bollos en los días pares o galletas en los impares, eran el desayuno ideal a eso de las 11:30.
- ¡Hola guapa!—la saludó Pascuala con su habitual sonrisa amplia y contagiosa— Siempre llegaba al edificio cuando estaba fregando la entrada.
- ¡Hola!—respondió ella ofreciéndole el bollo que había reservado para ella.
En realidad era bastante predecible porque su ritual diario le confería seguridad, así que no se salía mucho del guión. Entraría al despacho, abriría la ventana, encendería el ordenador para revisar el correo y abriría la carpeta con los asuntos a tratar durante el día. A partir de las doce elaboraba las entradas para su blog, sobre las dos revisaba los libros que leería para la publicación mensual de la revista con la que colaboraba desde hacía cinco años. Por la tarde, primero solía documentarse e investigar temas pendientes para centrarse a escribir después de las seis.
Hay quien le criticaba su rigidez, pero que cada quien se meta en lo que le importa, era su forma de ser y se sentía tranquila de esa manera. De joven había sido muy nerviosa, se estresaba con facilidad y se bloqueaba cuando se juntaban muchos asuntos por resolver, así que decidió que ordenando su día a día, no se permitiría agobiarse hasta desfallecer.
Empezó a revisar el correo descartando la publicidad no solicitada. Luego abrió uno cuyo asunto ponía: “Feliz lunes amor”
“¡Hola cariño! Espero que haya sido el primer correo de hoy en tu bandeja. Te extraño muchísimo, en dos días terminaré mi trabajo aquí. Me he reunido con el gerente nacional de la empresa y le ha gustado mucho mi propuesta para la próxima campaña publicitaria, será televisiva por primera vez, un gran reto, pero estoy terminando unos detalles y creo que será un éxito total. Fue una desgracia que falleciera mi contacto inicial, pero me recomendó muy bien con el gerente, así que la tragedia se va convirtiendo en alegría porque no perderé el cliente. Te quiero: Toño”
Se habían conocido a través del correo electrónico hacía dos años, él la había contratado para que escribiera varios microrelatos que formarían parte de una agenda para publicitar una marca. Desde que se conocieron hubo empatía, que se fue transformando en atracción y finalmente en amor. Su tradición de escribirse mails cada mañana era otra de sus cosas particulares, aunque usaran otros medios, les ilusionaba ese intercambio de correspondencia.
Cuando llamaron a la puerta volvió a la realidad apresurándose a hacer pasar a Almudena.
- ¡Hola Fina! Me encanta verte, tengo un poco de prisa pero te lo cuento todo en un momento, en realidad hay poco por arreglar.
Era su editora favorita, revisaba su última novela que vería la luz en pocos meses, sería algo muy diferente porque era su primera novela negra, una trama bastante enredada en la cual una chica se daba cuenta de que su pareja era un asesino a sueldo.
- Te he puesto las notas en cada sección para que las revises. En la escena del asesinato del jefe que rechaza su trabajo me gustaría que modifiques un poco la escena añadiendo algunos detalles concretos para dar mayor credibilidad.
Mientras escuchaba aquello, algo hizo clic en su cerebro, Fina dio un respingo como si recordara algo importante. Se levantó súbitamente de la silla, cerró la ventana con aire misterioso y se aproximo a Almudena susurrando:
- He aclarado mis dudas esta mañana nada más llegar, Toño es el asesino. El hombre nunca firmaría el contrato, así que decidió deshacerse de él la semana pasada y el nuevo gerente ya le ha otorgado la cuenta publicitaria. Tengo pruebas suficientes que te las puedo enseñar ahora mismo.
Almudena abrió los ojos como platos al ver su reacción. Tendría que pensar una respuesta adecuada o la sacaría de sus casillas. No la veía así desde hacía tres años, cuando aparecieron las alucinaciones. Pero si tomaba la medicación todo estaba controlado. La escritura canalizaba su prolífica imaginación y le otorgaba autosuficiencia, pero si la enfermedad no se controlaba sería una catástrofe.
—Vale guapísima, te creo—dijo suavemente palmeando su espalda—cuéntamelo todo y entre las dos veremos como solucionar el tema.