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Dnech636

«Los hilos del destino»

684 palabras
5 minutos
85 lecturas
Reto creativo «Escribir es invitar»
🏆 Fantasea sobre la vida de un autor o autora que convierte en best seller su ópera prima.
Así, a centímetros de un precipicio insondable, esa fue la sensación al terminar el manuscrito. Tantos testimonios recogidos, tantas voces dispuestas a ser escuchadas, tantas palabras engarzadas con un único propósito: cambiar el destino del mundo. 
En ese momento no lo sabía, no podía siquiera imaginar el alcance del relato; aún así comenzaba a intuir la repercusión escuchando las lenguas más afiladas del pueblo. En el fondo sabía que lo que estaba haciendo no iba a ser aceptado por todos, pero había asumida esa cruzada como propia, y ya era demasiado tarde como para huir y esconderse entre la sombra y el miedo. Decidí salir de noche, con el manuscrito escondido entre mis ropas; no quería atraer atención innecesaria. Me ajusté la capucha y calcé mis botas, había comenzado a llover fuera. Chapoteando en el barro, pero con una convicción inquebrantable, caminé por el sendero que conducía a la ciudad, dispuesto a hablar y ceder mi obra al sabio, con la esperanza de que diera su visto bueno. La brisa era gélida y perforada la piel, aligeré el paso justo cuando las sombras se cernían amenazantes desde los árboles. <<No hay por qué temer, nadie sabe que salía esta noche>>. Pero mis pensamientos no consiguieron arraigar en la realidad. Se escuchaban pasos silenciosos entre la vegetación, primero vacilantes, luego más seguros... Pertenecían a gente que no estaba dispuesta a perder sus privilegios a causa de un libro. No querían perder su razón, su sitio en la historia. Y entonces, atacaron con fiereza. Mi cuerpo se deslizó con presteza, pero las flechas fueron más rápidas. A pesar del dolor, y con una pierna dañada, decidí que la empresa era más importante que cualquier contratiempo que a mí pudiera ocurrirme. La oscuridad era mi aliada, ellos rastrearían mi sangre, pero no podrían alcanzarme si entraba en el templo. Escuchaba los pasos cada vez más nerviosos, algunas flechas seguían surcando el sendero. Me arrastré por las lindes del bosque, con la esperanza de avivar mi última oportunidad, la última luz del faro. 
Fue en ese momento cuando surcó  mi mente un pensamiento fugaz, el de una araña tejiendo la tela que a su vez determinaría su destino. Una tela mal tejida no la protegería de ningún peligro, sin embargo, si conseguía unir todos los hilos, su defensa sería impenetrable. En aquellos momentos, sabía que para acabar la tela, tenía que encontrar el templo, aunque eso supusiera también pagar un alto precio. Mi oído seguía alerta, los murmullos se acercaban peligrosamente a mi posición, cualquier movimiento en falso resultaría fatal en aquel instante. A pesar de la oscuridad, vislumbré unas escaleras de piedra a escasos metros de distancia, la meta parecía prometedoramente cercana. Necesitaba llegar, me lo debía, se lo debía al mundo. Entonces, ya a punto de pisar la piedra, sentí un horrible escozor en el cuello, alguien asió mi túnica y tiró de ella hasta hacerme retroceder y caer en el barro. Me sacudí, esquivé las manos que buscaban mi final, no conseguirían ninguna rendición mientras el libro permaneciera seguro en mi regazo. Solo tenía que llegar al portón, era lo único que importaba, nada más. Derribé a una de las sombras, que cayó y rodó por los escalones de piedra; aproveché entonces la ventaja para llegar a duras penas a la entrada del templo. Enseguida me recibieron con rostros alarmados; yo tan sólo me dejé caer sobre la piedra exhausto. <<Por favor, lleven este libro al sabio de la ciudad vecina... Es de vital importancia que llegue a sus manos, él sabrá propagar el mensaje... >>. Me miraron extrañados, seguían intentando descifrar mis intenciones. Al ver que el libro no tenía título me preguntaron: <<¿Cómo se llamará?>> Eso era algo que no había meditado serenamente, sin embargo la respuesta acudió a mí como un susurro en el viento. <<Es un conjunto de historias, de libros... >>. Cerré los ojos a causa del cansancio, pero antes pude ver cómo uno de ellos marcaba en el lomo dos palabras con delicadeza: La Biblia. 
Dn
Dnech636
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Victoria Nieto Barrios
06 sept, 23:24 h
Habría que revisar un poco el documento, ¡pero la historia está muy chula!
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