Malditos bastardos. Tenía La Misión de pelear en una guerra que ni quería ni creía. Por un puñado de dólares que ni siquiera pertenecían a su bolsillo estaba obligado a padecer desde que leyó la carta Hasta que llegó su hora.
Enrico Merinno fue una persona de paz cuyo fusil supuso una carga física y emocional tras las maltrechas trincheras. Después de diecisiete días en el frente a un ritmo Frenético, Los odiosos ocho soldados del escuadrón enemigo más sanguinario terminaron con su vida en una escaramuza vil y rastrera.
Dedicó su último halo de vida a recordar aquella agridulce tarde de partida. Allí estaban Rubio, Sentenza y Tuco. O, como a él les gustaba llamarles, El bueno, el feo y el malo. Recordaron aquellos Días de cielo despejado en lo que menos importaba eran los esturiones pescados o los kilómetros caminados.
Inseparables desde la infancia, el simple hecho de que solo uno de ellos tuviera que ir al frente era cruel. Todos hubieran votado por tener que vivir aquella absurda aventura junto a sus tres compañeros.
También estaba Malena. Tras dos años de relación, en apenas 4 meses contraían nupcias. Nuevos propietarios de una acogedora casita en la tierra de ambos y cuyo sueño feneció a la vez que Enrico. Le prometió volver y retomar aquellas puestas de sol en aquella que era su colina y las tardes en el Cinema Paradiso.
Aquella tarde de abrazos, lágrimas y esperanzadoras promesas mientras sonaba The Green Leaves of Summer se transformaron en angustia cuando Enrico reproducía en su cabeza Rabbia y Tarantella. Hoy, antes de decir para siempre adiós, escucha Un Amico. Las últimas imágenes han sido para aquellos ojos que después de 24 meses seguían irradiando pasión y proyectos futuros. Malditos bastardos.
Enhorabuena!
Saludos Insurgentes.