Mi teléfono no para de sonar y la bandeja de entrada de mi correo está sobrepoblada de propuestas para colaboraciones y nuevos proyectos. Todas las mejores editoriales de la ciudad y del país quieren que escriba y que publique mi próximo libro con ellos. Mi primera obra salió hace pocos meses a la venta y está siendo todo un éxito. Mi vida está cambiando. Puedo decir que he cumplido mi sueño, soy un escritor reconocido y me gano la vida haciendo lo que siempre he amado. ¿Acaso hay algo mejor que esto? Soy un artista, un poeta, un gurú de las letras, un mago de las palabras. Y me encanta. Cuando vendí las primeras cien mil copias, creí que había sido un golpe de suerte. Pero ahora que llevamos más de un millón, ya nadie cree que eso sea una simple casualidad. Lo mio es puro arte y a parte un par de estúpidos envidiosos en Twitter, las críticas de mi primera obra son todas excelentes. Ahora mismo mi libro es el más vendido en España y ya puedo decir que soy un hombre rico y que lo soy gracias a lo que escribo, gracias a mi arte.
Me doy cuenta que llevo más de un minuto mirando fijamente el suelo y empiezo a notar la mano de mi amigo Esteban mientras me agarra por el antebrazo. Me mira con una expresión algo sorprendida.
―Oye, ¿te has ido o qué? ―me dice sonriendo mientras arquea las cejas.
―Llevas un buen rato mirando fijamente hacia la nada. Solo te pregunté qué tal te iba con el borrador de esta primera novela de la que tanto hablas… Pero si no me quieres contar nada, tranquilo, lo entiendo. Ya la leeré cuando la acepten en una editorial famosa y el libro saldrá a la venta en todas las librerías del planeta.
Lo miro directamente a los ojos mientras le brindo una sonrisa circunstancial acompañada por unos segundos de silencio incómodo, que finalmente decido romper diciendo:
―Ya. Eso es. Mejor no te adelanto nada de momento y que te esperes a leer el libro cuando esté acabado.