Revisa la lista con cada una de las tareas: limpiar el baño, perfumar las sábanas, colocar las mantas de pelo suave sobre el sofá, encender el vídeo de chimenea en la televisión y hornear la lubina. Todas completadas. Con sorpresa comprueba la hora: quedan cinco minutos para que ella venga. Se lleva las manos a la cara y, alarmado, se da cuenta de que raspa.
Corre hacia el aseo, dispone los utensilios y cuando va a untarse de crema de afeitar contempla su reflejo, asqueado. El horror vuelve a asomar.
Mira su estrabismo, divergente a derechas y vertical a izquierdas, y recuerda al médico: “Es usted un caso único”. Ajeno a las trabas que eso supondría en su vida, el oftalmólogo parecía emocionado por esa rara combinación.
Hoy, mucho tiempo después, se atreve a quedar con alguien, pero sintiéndose un estafador: cientos de horas chateando sin abordar jamás la cuestión crucial y un par de fotos compartidas con unas estratégicas gafas de sol.
No ha preparado ningún discurso para cuando se descubra el secreto.
—Venga, piensa —se dice con piernas temblorosas.
Antes de que pueda hilvanar una frase que resulte convincente, tocan al timbre. Se queda inmóvil. Suena de nuevo y repite las palabras de su abuelo para animarse:
—El no ya lo tienes. Ahora ve a por el ridículo.
Recorre el pasillo con ritmo calmo y anteojos tintados, pero al abrir… todo se queda a oscuras.
—¿Hola? ¿Quién eres? No te veo.
—Soy Irene, y hemos quedado, ¿recuerdas?
—No, digo… sí. Parece que se ha ido la luz.
—Como sea cierto...
—¿El qué?
—Lo del apagón. Yo de aquí no me muevo hasta que vuelva la electricidad.
Por una vez se siente afortunado, y piensa que hoy empieza su nueva vida, hasta que un nudo en el estómago le recuerda que mañana se hará de día.
Así que tiene tan solo unas horas… para enamorarla.
Enhorabuena.
Saludos Insurgentes.
Buena ayuda del destino para el estrabista,
Ismael
Seguro que al final sale una bonita historia de amor 💕