«Menudo acabado»

 "Esos son unos acabados", "tienen una falta de autoestima brutal". Yo me metía mucho con los que dicen enamorarse a través de las redes sociales. Y, en verdad, tenía razón. Lo somos. Tenemos un gran déficit de autoestima.

Lo que empezó como un puro juego, como un entretenimiento, acabó siendo una historia de...¿Amor? ¿Acaso te puedes enamorar de alguien a quien no has visto? ¿De alguien con quien no has hablado? No has escuchado su voz, no has olido su aroma, no has visto su pelo relucir bajo los rayos del sol, ni la has visto correr bajo la lluvia, riendo, en busca de refugio. Ni te has parado a mirarla a los ojos. Directamente, no te has parado en ella, con ella.
Un intercambio de mensajes de texto no es una conversación. Es simplemente eso, un intercambio de mensajes.
Y, sin embargo, lo que sentía era muy real. Cada vez nos escribíamos más, y, cada vez, las ganas de conocernos en persona aumentaban.
Y llegó el día en que no aguanté más. Compré un billete de tren, y me planté en su casa. Vivíamos en ciudades separadas, bastante lejanas entre sí. Me dio su dirección y me presenté. Llamé al timbre. Esperé. La puerta se abrió.
La lección que saco de toda esta experiencia es doble: la primera, que a las personas solo se las puede conocer en persona. Ningún tipo de comunicación, digital o analógica, puede sustituir un cara a cara.
Y, por desgracia, la segunda lección que aprendí, es que el nombre de Cris también puede ser aplicable a un hombre.
Tú te esperas una Cristina y salvaje Cristian aparece bajo el marco de la puerta. La vida, amigo mío, y su particular sentido del humor.