«Monotonía»

Como cada día, esa chaqueta roja le pesaba profundamente. Los pies encerrados en un par de zapatos impolutos andaban sin necesidad de indicarles el camino, ese camino lúgubre que contrastaba inmensamente con las amplias estancias del museo. 
Un cuadrante en la pared marcaba el destino de su semana, adjudicándole la tarea de vigilar las exposiciones que tiempo atrás tanto adoraba. Para ella, el arte había perdido su valor, se había convertido en monotonía. 
Recordó cuando seguía a los grupos que entraban en la estancia y escuchaba las explicaciones de la guía del museo con entusiasmo. Ya no lo hacía, solo contabilizaba seres humanos entrando y saliendo, pasando de largo por la galería. 
Un par de palabras entusiastas se colaron en su radar y no pudo dejar de buscar su procedencia. Casi como en una ensoñación, su mirada intentaba localizar a aquella guía que estaba transmitiendo tanta emoción por el arte. El numeroso grupo abandonó la sala y no llegó a ver de quién se trataba. 
Cada vez que otro grupo entraba, instintivamente cerraba los ojos esperando descubrir entre ellos las palabras a las cuales quería poner cara pero el día le fue esquivo. 
Cansada y un poco decepcionada decidió tomar un té al acabar su turno. Removiendo su bebida desde una esquina solitaria la misma voz la sacó del trance en el que se hallaba. 
- Sala 306, si no recuerdo mal. Soy Joana, una de las nuevas guías del museo - le dijo la voz.
Se giró lentamente y al abrir los ojos y ver de dónde venía esa voz, un hormigueo eléctrico le recorrió todo su cuerpo. No sabía explicar el motivo, quizás viera reflejada en esos ojos la ilusión que ella había perdido y que tanto le gustaría recuperar. Una chispa de esperanza prendió en ella, quizás Joana podría ser quien se la devolviera.