«Nilo»

Allí me encontraba frente a la puerta del imponente museo Egipcio de Berlín. Miré el documento raído que había encontrado unos días atrás entre las pertinencias que mi abuela había dejado a mi nombre en su testamento. Realmente no sabía que era lo que iba a buscar ni lo que iba a encontrar, ya que el documento estaba muy desgastado por el paso del tiempo, solo se mantenía legible el sello del museo y la imagen de un jeroglífico que intenté descifrar   haciendo varias búsquedas sin éxito. Crucé las puertas con una extraña sensación de euforia y empecé a recorrer la exposición. ¿Y si había recorrido tantos kilómetros en balde?Me detuve ante los numerosos jeroglíficos intentando localizar alguna semejanza. La exposición parecía estar llegando a su final. En la última sala divisé un pequeño recinto, asomé la cabeza dudando si era parte de la exposición o si era de uso exclusivo para empleados. Habían varias pinturas, me aproximé y vi un retrato. Al acercarme a la pintura tuve que parpadear varias veces para creer lo que estaba viendo, era yo con un atuendo egipcio. No podía ser. Al lado del cuadro había un jeroglífico pintado en el muro, antes de verlo completamente ya supe que se trataba del mismo. Acaricié la pintura y de repente el ladrillo se deslizó dejando a la vista un hueco. Metí la mano y saqué el pergamino que había en su interior. Lo abrí temblorosa. Otra vez mi yo egipcio estaba plasmado en aquel documento y la continuación del primer jeroglífico estaba allí dibujada. Una única palabra  se podía leer "Nilo". En ese momento supe que la gran aventura solo había hecho que empezar.