Era un tipo bien curioso. Lo que se suele llamar el payaso de la familia. También es el payaso entre los amigos. Para mí es de los payasos que lloran a escondidas. Para él es enseñarse demasiado. Muchas veces he comido con él. Demasiadas para verle con ese ojo crítico que antes tenía hacia él. Hacía gracia a todos, sin excepción. Pero yo vi un gran defecto en su pasión por la bebida. Había algo que escondía.
Era un hombre reputado entre su familia y amigos, pero no es de extrañar: Tiene eso que se llama don de gentes. Sus méritos los atribuye a haber dado con las personas correctas. Pero yo sabía que algo fallaba en todos las veces que recurría a la botella. Es más, este fin de semana me pareció que la usaba más de la cuenta. Cada vez que criticaba algo de forma burlona, se servía más. Pero no lo entendía, no podía evitar pensar que su vida era muy interesante por todas las chicas que traía a casa, una por una. Estaba claro que le iba a la variedad. Pero cuando el verano acabó y la diversión llegó a su fin, fue otra historia la que conocí y dejé de engañarme tanto.
Lo encontré sentado en la mesa, usando frenéticamente el móvil. No paraba de teclear hasta que, por fin, recordando la última conversación que tuve con su exnovia, pude hilarlo todo: Estaba sin blanca. Se encontraba anulando todas sus suscripciones. Insistía en darlo todo de baja, aunque le diese error. Me daba cuenta de su dificultad para gestionarse. Se había comprado cuatro casas en la playa, ¡y no tenía ni un centavo en la cuenta! Cuando se fue a descansar, me fijé en su colorada cara.
Cuando fui a darle un regalo a la mañana siguiente, mi madre me dijo que se había ido pronto al río, a bañarse. Supongo que así se quitaría impurezas, pero sus deudas, seguirían allí. Por mucho que hiciese el payaso, no era más que un bromista de mal gusto, porque todas sus exnovias, al relacionarme con ellas, no paraban de repetirme una por una, cómo mi amigo escritor, no era más que un bala perdida.
Y efectivamente, lo es, porque me ha tocado a mi reunir los testimonios de todas sus ex relaciones para que él, narrado a su manera, lo haga una ópera prima en la que todos los presentes, nos echemos unas risas.
"...todos las veces": o es todas o falta una coma. Ánimo. No está mal
Carlota, el relato está genial. Enhorabuena.