No llores más mami...no llores. Siempre te veo tan triste. No me quieres mirar y no lo entiendo. Antes de nacer, te notaba feliz. Nuestros corazones latían acoplados en una maravillosa danza, el tuyo fuerte y alegre, el mío rápido y desbocado. Pero desde que nací, una sombra de duda enturbia tu mirada. Si me pudieras oír te contaría este cuento:
“Estaba la luna pensativa, mirando como siempre hacía la tierra. Desde su situación privilegiada era espectadora de la vida, Las risas, los juegos y las tragedias, era emocionante y desolador a la vez. Se sentía sola. Siempre había querido ser madre, pero el miedo la paralizaba. Lo único que hacía era llorar su pena oscureciendo la noche.
En una ocasión se acercó una estrella.
—Te veo llorar cuando crees que nadie te mira, ¿Qué te pasa?—
La luna le contó el motivo de su tristeza, quería ser madre pero sabía que no podría ser una buena madre.
—¿Pero por qué?— le preguntó la estrella.
—¿Acaso no está claro? ¿Qué clase de madre sería? No podría abrazar a mi pequeña, ni calmarla cuando tuviera una pesadilla, ni evitar que un meteorito la arrollara o que se precipitara en cualquier agujero negro de la galaxia. No podría hacer todo eso y estar pendiente de las mareas, las corrientes marinas, ni mantener el ciclo de las estaciones.
—¿Pero tú te escuchas? Si todas pensáramos de la misma manera, no habría más supernovas, nos extinguiríamos y el cielo dejaría de brillar. No es necesario ser perfecta todo el tiempo. Si intentas vencer el miedo con amor y las dudas con tesón, los días malos se volverán buenos, ¿por qué no puedes tener una pequeña luna girando en tu órbita?”
No llores más mami…dame la mano que juntas podremos.
Enhorabuena.
Saludos Insurgentes