La luz de la mañana entra en el estudio que aún conserva el aroma a café. Llevas despierta horas, desde que aún las estrellas reinaban. Ese encargo no te ha dejado dormir, pero el insomnio no te hará menos eficaz.
La curiosidad te puede y relees la nota para intentar silenciarla. Una cuartilla de papel de calidad, una caligrafía impecable y en tinta negra la fecha, la hora, el lienzo que necesitarás y un “se exige discreción”.
El campanario de la iglesia llama a misa de nueve, marcando la hora de la nota. Pasan pocos minutos antes de que golpeen la puerta. Corres, vuelas más bien, para abrir y descubres a un hombre en un perfecto traje negro, corbata, gafas de sol y rostro cuadrado. Junto a él una joven en traje de chaqueta gris con gafas de pasta y un porta-documentos en las manos. Ella saluda, él entra a comprobar la estancia.
Lo observas mientra registra el baño, olisquea la cocina abierta y mira en todas direcciones a través de la ventana, mientras ella te indica donde debes firmar el documento de confidencialidad.
El hombre sale mientras la chica te sonríe y te recuerda las normas, te explica que él ha visto retratos tuyos y se ha prendado, que desea uno antes de que te conviertas en la nueva pintora del momento.
De repente entra, seguido del escolta, con su característico estilo al caminar, delgado y con gafas de aviador. Se las quita mientras se queda parado en medio de la estancia y te mira sonriendo. Casi no consigues respirar, lo has visto en portadas, en videos e incluso en camisetas y ahora le estas indicando donde sentarse para que le hagas un retrato.
Solo una palabra puede describir este momento: Satisfaction!
Me ha encantado, enhorabuena.
Saludos Insurgentes