«No todo es Navidad»

Y en Navidad, las luces que nos guían son la felicidad pasada que parece, todavía, estar presente en el recuerdo y la felicidad futura que deseamos mantener día a día. En un presente que parece efímero intentamos retener esos momentos obligados por un espíritu que se ha de revivir a cada instante. Pero en esos días idílicos, no todo es brillo, luz, color, paz y amor. En realidad, la vida, sigue caminando por lo predestinado y por lo establecido. Sólo se camufla temporalmente entre luces que quieren transformar la realidad y recuerdos que luchan por no ser olvidados. En esos días queremos aparentar felicidad cuándo el corazón está roto; se aparenta amabilidad cuándo no soportamos a nuestro prójimo más cercano; nos reunimos con una familia que no tenemos tiempo de ver durante el resto del año; deseamos "Felices Fiestas" de forma electrónica y autómata comprobando los likes de personas que no nos aportan en nuestro día a día, pero que nuestro ego agradece. Y vamos pasando los días consumiendo cosas innecesarias, asistiendo a comidas superfluas y todo ello con la obligación de tener que vivir y sentir lo que, realmente, no se desea perdiendo el sentido más profundo de lo que significa la vida.
Entonces, en estos días, te das cuenta que la vida no volverá a ser lo que era; que todo lo que se fue no volverá por mucho que lo añoremos; que hay personas que no volverán por mucho que las lloremos. Empezamos a ser conscientes de que la vida no es el resultado de lo planeado, pero le hacemos frente con lágrimas, sonrisas, brindis, luces, ilusión y melancolía. Porque al fin y al cabo, la Navidad es un nuevo comienzo y un nuevo planteamiento futuro de nuestra vida.