«Nuestra guerra»

Cada noche nos desvelamos con el sonido de los
cañones que indican el inicio de una batalla más de
la guerra a la que hemos decidido llamar amar.

Nosotros al contrario que los demás, nos quitamos
los uniformes y nos invade el calor en un campo de
batalla mullido, un lugar sin bombas en el que
estamos protegidos.

Me desarma para luego dejar que me esconda en
sus trincheras, clava sus uñas en mi costado como
si de balas se tratase y es ahí cuando veo en sus
ojos que quiere pelear, que no me va a dejar
con las ganas pero tampoco me va a dejar ganar.

Parece que por mucho que lo intentemos, no nos
vamos a conseguir matar y decidimos aliarnos y al
son de la misma canción bailar, los mismos
movimientos y las mismas ganas de amar.

No debí fiarme de sus maniobras porque ya sé que
es una mujer de armas tomar, se recoge el pelo y
deduzco que la batalla está a punto de terminar y
que es ella quien tiene todas las de ganar.

Me hiere pero conmigo no puede y cuando pensaba
que mis fuerzas flaqueaban, cojo su cintura y
quizás por el miedo comienza a temblar. Está claro
que tenemos heridas de gravedad pero nos
miramos y nos damos las gracias por existir, por
luchar en una guerra que va llegando a su fin.

Y a la mañana siguiente, cuando nuestra guerra ha
acabado, alzamos nuestras sábanas blancas y
llega la tregua.

Conseguimos respirar tranquilos porque durante la
batalla nos quitamos el aliento y por un momento
no se oyen gritos, se apaga el calor y caemos
rendidos.

Es en ese momento cuando nos damos
cuenta, nosotros lo hemos cambiado todo y
hemos hecho el amor en forma de guerra.