«Oso»

Me estoy llevando el último trozo de carrilleras en salsa a la boca cuando súbitamente la luz falla. El salón se convierte en un pozo resonante. Los largos y tupido cortinajes contribuyen a ello. La gran habitación es un agujero negro. Sonidos susurrantes llegan de todas partes. Parece que mis sentidos se agudizan.
Maggie sigue a mi lado, la siento pegada a mi pierna. Bajo la mano y acarició su cabeza.
La estructura de la casa está edificada formando parte de la montaña y lo único que da al exterior es esta habitación con unas vistas increíbles. Es un recóndito lugar de montaña aislado del mundanal ruido, rodeado de fauna salvaje y junto a un riachuelo. Maggie gruñe. Sigue pegada a mi rodilla y de repente sale corriendo. Thor, el gran Danes, no ha dado señales de vida hasta que percibo un movimiento en línea recta. Me levanto de la silla y avanzo con los brazos extendidos a la altura de la cintura para no chocar con los muebles, hacia donde he oído el sonido.... Creo que voy bien... Mis pies descalzos están pisando la alfombra de lana, me estoy aproximando.
Hoy hay una explendida luna llena, que invadirá todo el salón.
Estupefacto, acabo de recordar que los cortinones no se van a abrir, están automatizados. Todo está domotizado. Y en previsión de una circunstancia como la actual, un apagón, todas las puertas se abren automáticamente.
Oigo que algo se acerca, me quedo quieto, un brazo peludo roza mi cuello y un resoplido estalla en mi cara, el rugido es ensordecedor...