Miro por la ventana de arriba, me llaman los gritos de alegría de Nicolás, da saltos desde la hamaca al suelo, gritando “Una sardina, una sardina!¨ con toda la fuerza vital de sus 4 años. Isabel lee echada en la otra hamaca,y la oigo decir con voz de pilla “ ¡Ahí va! ¡Esto no lo debería de poder leer¡, pone Vete a la mierda, Malfoy! ¨ Su risa divertida me devuelve a la realidad oscura del despacho, enredada entre palabras que no casan ni se quieren un poquito, y sin visos de solucionar semejante desunión.
Su alegría no me contagia, al revés, me exaspera de tal manera que ya no se ni lo que pienso. Nos vinimos a la casa del pueblo, todos, felices, en un principio de verano que auguraba acabar en plazo esta puñetera idea que me atreví a plantearle a Elsa…”será genial, es lo que necesitas ,otra bomba directa al corazón de tus lectores! Envuélvela en romance y ponle sexo, el justo y velado! Genial, nena, vuelves por la puerta grande…”
Y aquí sigo. La puerta grande se ha convertido en una puerta tan pequeña que ni salgo del despacho para ver si esto avanza. Mi cabeza sólo repite palabras que no tienen nada que ver con el amor ni el sexo.. sólo repiten machaconamente una y otra vez ,los versos .. amarrado al duro banco de una galera turquesa ..así me siento, agarrada al ordenador insensible que me enseña la página más blanca que recuerdo..
Al principio, las risas de los niños me aliviaban y me dotaban de alegría ,de energía, pensaba que sería una energía creativa tan arrolladora que en un pis pas, terminaría.... ahora se han convertido en pequeñas armas nucleares directas a mi cerebelo, por Dios!
Si es novela romántica de fin de semana, de verano, sale sola, y más a ti.. eso me creía y me decía en julio. Y aquí estoy, en el más rápido ferragosto que recuerdo, que ni siquiera el muy ladino languidece lento, si no que me devora de tal manera que ya tiemblo, tiemblo y no duermo.
-Tiemblo ante los gritos de los niños, para ver si hacemos algo.
-Tiemblo pensando en que Elsa llamará, para ver si está todo listo.
-Tiemblo por los personajes, que me miran desde el folio diciéndome si arrancan o no arrancan!
Ese es el problema que ni han arrancado. Descansan plácidos ,sin besarse, sin discutir ,sin desenamorarse ni reencontrarse ,porque su alma mater les tiene presos, atados e inmóviles sin saber qué hacer con ellos.
Qué tontería .Cómo puedo encontrarme tan enteramente consumida por los nervios, a estas alturas. Tantos libros escritos como churros, con esa facilidad para hilarlos ,para unirlos, enlazarlos, hacer que sus protagonistas bailasen separados, hoja a hoja, andando hacia un mismo destino sin temblar más que por los ardientes latidos del deseo.
Cómo puedo estar aún decidiendo si uniré a él y a ella,a ella y a ella ,a él con el vecino.. si ya no se si darme a perversiones extrañas ,a ver si fluyen más.
Fluir ,qué palabra tan bonita de oir en otros días, que todo crecía en mi interior, como si yo misma viviera mis historias. Cuántas preguntas sobre si mi vida era tan romántica, tan salvaje o tan tierna como mi último best -seller. Y yo, tan feliz y orgullosa.. ,creyéndome la Bárbara Cartland con la que empecé a leer sobre amores entre bellas rosas de Inglaterra vírgenes y duques altos y fornidos.
Aquí estoy, sin nada que contar. Me agobia la tensión de estar a la altura ,de saber si soy capaz de cambiar de registro y convertir a mis castas protagonistas en señoritas locas por un Grey de pacotilla…pero si solo me viene a la cabeza el vecino de la casa más cercana, con su cara de pan bendito.. cómo estar a la altura de semejante amor ardiente..
Me estalla la cabeza, las risas de los niños me provocan malestar, me dan ganas de gritarles que se bajen al huerto, que me dejen tranquila, que es imposible pensar en sexo lujurioso teniendo debajo el resultado de ese sexo dando voces sin parar.
No se qué voy a hacer, cómo voy a reconocer que va a ser imposible publicar nada nuevo en septiembre. Y lo necesito lo necesito como el comer. Necesito saber que soy capaz de crear, de seguir dando vida a seres que sí aben disfrutar.
No quiero. No quiero llegar al fondo del problema. No quiero ni pensar que el quid de la cuestión es que me resulta imposible hablar y escribir de amor estando yo tan mustia como estoy. Esta ausencia creativa danza en mi interior enroscándose con la ausencia amorosa que me envuelve.
Risas de nuevo. Y yo aquí, vacía por dentro de palabras y superada por la hoja en blanco que me aterra.
Risas y más risas de verano..
