Entre las guardias en el cuartel siempre quedaban ratos muertos para estar ociosa jugueteando con el smartphone. Una nueva aplicación era el centro de las conversaciones de las liberadas mujeres soldado israelíes. Ya se sabe, gente joven, hormonas a flor de piel y la posibilidad de conocer a alguien en la palma de la mano, ecuación ideal.
Una noche de guardia, lejos de miradas indiscretas que pudieran delatarla, apareció Saíf el primero en la lista de posibles candidatos. A Shira le pareció guapísimo, y además, coincidían en sus intereses y motivaciones, así como en su estilo de vida. Ambos compartían además el interés por los mismos grupos de música.
Tras unas presentaciones no sin algunas bromas para romper el hielo, la conversación se fue haciendo más amena. Y con el paso de los días y las semanas ya tenían un horario establecido para dar rienda suelta a empaparse de la palabra escrita del otro. Palabra que ansiaban como los adolescentes que eran. Revisaban varias veces instagram para cerciorarse de no haber recibido una notificación nueva. Así pasaron los meses, durante los cuales hubo alguna interrupción por contratiempos de agenda de Saíf o severos castigos en el calabozo que recibió Shira por haber sido vista utilizando el smartphone durante las guardias nocturnas.
Al fin llegó el verano, se acabó el servicio militar y el curso académico. Toda la ciudad, al menos toda la gente joven de la ciudad, se preparaba para acudir a un festival por la paz donde actuarían sus grupos preferidos y otros internacionales. Quedaron en ir juntos, incluso en compartir la misma tienda de campaña para el evento. Y fue allí, en esa tienda, después de los conciertos del primer día donde pudieron hablar ya cara a cara y donde se besaron por primera vez.
Una forma diferente de ver la realidad de una guerra.
Enhorabuena compañero!
Saludos Insurgentes
Un abrazo