Nadie se imaginaba lo que causaría aquella discusión insignificante, tan solo éramos dos niñas peleando por una muñeca. Eso desencadenó en una rivalidad eterna que causó tantos sin vivires a aquellos que nos rodeaban.
Tenía la máquina del tiempo, tenía la fecha tan solo me faltaba derrotar a ese pequeño duende que siempre me acompañaba llamado Miedo.
Con él pequeño duende, subí a la máquina y cuando abrí los ojos ahí estaba, veinte años atrás.
Aldara, mi mejor amiga discutía con mi yo de hace 20 años. La causa del conflicto no era nada menos que aquella muñeca. Juguete el cuál nunca supimos como llegó a nuestras manos…
Yo deseaba vestirla de astronauta, y ella deseaba que fuese una científica que reinventase en mundo de los viajes en el tiempo.
Mi yo del presente oculto bajo unos matorrales, en un despiste de mi yo del paso cogió la muñeca. La Aldara de hace 20 años lloró sin consuelo y mi yo del pasado, dejó de lado todo rencor y solo le preocupaba que su mejor amiga estuviese bien.
Igual pienses querido lector, que es un acto poco ético robar una muñeca, y lo es. Pero sé que, gracias a ello, evitamos la guerra de rivalidad que nos llevó a por accidente iniciar la tercera guerra mundial.