👴Cuenta la historia del maestro más inspirador que haya tenido tu protagonista.
La primera vez que vi al profesor Rojas fue en mi primer día de secundaria. Entró en clase, se presentó, abrió la ventana y arrojó un trozo de tiza desde el quinto piso. Cuando la tiza se estrelló en el suelo, gritó satisfecho: "chicos, esto es la física". En las asambleas en el colegio hablaba con la misma pasión de un político revolucionario latinoamericano y nos recomendaba siempre pensar con el corazón antes que con el cerebro. Enseguida le caí bien, yo era el chico más problemático del instituto y probablemente fue eso lo que le animó a protegerme y a guiarme. Cuando mi padre murió y yo no me llevaba muy bien con mi madre, él me invitó a estar un tiempo en su casa, un chalet en las afueras que compartía con su hija que tenía más o menos mi edad. Por la noche me contaba historias de su juventud en los años setenta en una ciudad que había perdido muchos de sus hijos por culpa de la política. Yo solía robarle la hierba que escondía en una cajita de madera en el salón y me pasé tres meses en su sofá sin pagar nada de alquiler. En todo este periodo, mi profesor de matemáticas y física fue mi padre, mi hermano mayor y mi mejor amigo. Aunque hayan pasado más de veinte años, todavía lo recuerdo con mucho cariño. Me gustaría decírselo, pero hace tiempo que perdí todo tipo de contacto con él. Al final, los buenos maestros no esperan agradecimientos. Los buenos maestros, como decía mi abuela, hacen el bien y se olvidan de haberlo hecho.
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Francesco Profilo
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Lucia F.S.
02 feb, 01:28 h
Me gusta mucho como cierras el relato.
Francesco Profilo
02 feb, 10:11 h
Muchas gracias Lucia 🙏🙏🙏
Mencía Ribera
02 feb, 10:34 h
Buen relato, entretenido y tierno.
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Francesco Profilo
02 feb, 10:58 h
Gracias 😊😊😊
Pablo Malagón
02 feb, 16:01 h
Magnífica la frase de la abuela.
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Francesco Profilo
02 feb, 16:05 h
Gracias, jeje creo que los abuelos son una fuente de inspiración enorme para cualquier escritor 😉
Estupendo relato al estilo autobiográfico que cuenta como una persona, extraña que fuera, en una epoca determinada de tu vida, conseguí transmitirte valores y cariño, penetrando tu alma herida y desconfiada, que necesitaba la atención que tu madre no sabía darte.
Saludos Insurgentes