El advenedizo se acercó con su legajo al escritor y lo depositó ante él.
- Toma, lee mi trabajo - ordenó.
El escritor le miró fría y fijamente por unos segundos. Estuvo a punto de escupirle o de escupir sobre su trabajo o de rasgarlo en trocitos o de darle una bofetada. En vez de eso se reprimió y con el mismo tono que el advenedizo le espetó:
- Págame una cerveza.
A esto el joven, mientras amagaba con tomar asiento, repuso:
- No puedo, no tengo dinero.
- No tienes dinero, no tienes educación, y no tienes vergüenza. Ya puedes tener talento, y lo tengas o no, es muy posible que te vayas a tu mierda de casa calentito. A ver qué mierda me traes. Siéntate. Imbécil.
amigo(a) te invito a leer mis historias, saludos....