No tengo inspiración. Desaparece cuando más la necesito. Parece que este sea mi sino.
Necesito escribir algo. Cualquier cosa. No. Cualquier cosa NO vale.
Me pregunto cuál será el referente de relato perfecto. Debe ser escueto, pero sabio e inteligente. Comprensible, emotivo, envolvente, pero consecuente y no grandilocuente. Las palabras adecuadas se escapan de mi mente como agua escurriéndose de entre mis dedos.
¿Será el miedo al folio en blanco? La inspiración, traviesa y escurridiza, es como una ave salvaje que lucha por no ser enjaulada o sometida a los designios de los seres humanos. Como esos hallazgos que aparecen cuando menos te lo esperas, y, por el contrario, eluden el encuentro cuando acudes desesperadamente en su busca. Conozco el potencial de la imaginación. Conozco también su funcionamiento y su naturaleza de absoluto cobarde egoísta que pone pies en polvorosa cuando más se le necesita.
Qué te den, inspiración, ahí te quedas.
No me preocupa. Sé que tarde o temprano volverás a mí.