11/3/2021:
No lo soporto más. Voy a salir para que me dé el aire, con esta tía en la cabeza no puedo concentrarme. Cojo mi cartera, el paquete de tabaco y el móvil. Antes de salir por la puerta vuelvo a mirar el móvil. ¡Joder! Lo dejo en casa. Cierro con llave y voy a las escaleras. Vivo en un quinto piso pero me quema, me pesa, me agobia. ¡Estoy hasta los huevos de ella! Me iría al gimnasio pero no me da para pagar la cuota. De ahí que baje las escaleras andando, o corriendo, a ver si con un poco de suerte tengo un traspié y me cae la inspiración de golpe. Sería buen comienzo para una historia…
Una vez abajo saludo al portero:
—¡Qué hay Manuel! ¿Mucha gente hoy por la calle?
—Qué va hijo, cada vez menos que ver. Esta pandemia ha devuelto la tranquilidad que hacía años no vivíamos en este barrio. Sería yo un niño cuando jugaba tranquilo por estas calles...el mayor temor que tenían los ancianos era ser víctimas de nuestras fechorías, éramos unos bandidos mi hermano José y mi amigo...bueno no me acuerdo del nombre, hace mucho de aquello. ¿Otra vez te vas solo Carlos?
—Eh…, sí hoy sí Manuel...—no supe qué excusa sacar ya…mi cara es un poema.
—¡Vamos muchacho! No te desanimes, que si no es esa chica vendrá otra. Parecía maja la muchacha pero hasta que no os juntáis entre cuatro paredes no sabes con quién te acuestas hijo...te lo digo yo. Venga no te entretengo más. Nos vemos mañana, que a estas horas que sales, no creo que te vea regresar.
—Sí, gracias Manuel. Mejor no me espere. Je je, ya sabe: se me hará tarde. Ya casi es de noche y bueno cenaré fuera...ahora llamo a un amigo y si eso salimos a tomar unas copas, así me despejo. Gracias Manuel, que pase buena tarde.
¡Ufff! Cómo este hombre me saca la vergüenza más profunda. Ni siquiera Miguel sabe lo de Sara y este hombre me ve pasar por el portal ¡y ya está! Ya se puede meter donde no le llaman. Que: “parecía maja la muchacha pero hasta que no os juntáis entre cuatro paredes no sabes con quién te acuestas hijo…”. ¡Joder!, si encima tiene razón el anciano.
Cojo el bus y me voy directo a la hamburguesería que está cerca del local. Ceno, y a por una chica. Esta noche toca. No voy a estar jodido por su culpa. Llamaría a Miguel, pero desde hace un año y medio que no vamos al local. Eso de tener novia nos ha cambiado la entrepierna. Llegó un momento que conocíamos a todas las chicas del local. Entre nosotros no hay tapujos: “si folla bien, el fin de semana que viene nos la cambiamos”. Todo quedaba en casa. Pero llegaron estas dos, nos encandilaron. Nos dejamos llevar.
Ella me inspiró con mi primera novela que quedó finalista en un concurso Internacional. Tengo intentos de otras muchas más, pero sólo eso: intentos, bocetos, chapuzas. Un montón de archivos desordenados que no hacen más que ocupar espacio en mi disco duro. El problema es que cuando estás feliz tienes ganas tremendas de escribir todo lo bello de la vida: el amor, “los pajaritos”, los viajes y las canciones que nos hacen sonreír. Pero cuando estás mal. ¡Joder! Sólo pienso en lo puta y lo guarra que es. No puedo centrarme en escribir otra cosa que no sea sobre lo infiel que puede ser una niña con cara bonita.
—Perdona, ¿te cobras el menú?— Le pido la cuenta a la camarera.
—Ahí tienes la cuenta, son 12.95€. ¿Pagas en efectivo o con tarjeta?
—En efectivo, ¿a qué hora terminas el turno guapa?—le pregunto sin tapujos, si ella quiere soy suyo. Si no, me busco a otra.
—Eso no es asunto tuyo. Paga y lárgate, gracias—Fue tajante, pero sincera, me gusta.
—Volveré otro día que tengas menos faena y hablamos más tranquilos..., ¿Qué te parece?—Insisto, es un "pibón". No puedo quedarme fuera de juego con su primera defensa.
La chica, que es corpulenta pero no gorda, con cara de perro volvió a acercarse a la mesa, apoyando las manos sobre la mesa:
—¿Qué parte de “paga y lárgate” no has entendido?
—Vale, no te enfades. Ya te he dejado el dinero en la mesa...me voy. Perdona es que estoy un poco aturdido, mi novia me ha dejado…¿sabes? Es duro que te dejen por otro, me siento ridículo y me he pasado contigo.
—Déjate de historias, desaparece.
En fin, me toca pagar si quiero pasar una noche acompañado. Salgo y me dirijo un par de manzanas más abajo. Se me hace raro ir solo hasta allí. Miguel, ¡cómo te echo de menos! A ver si con suerte también te la pega tu novia y volvemos juntos a nuestro nidito de amor. ¡Ja ja ja! Qué capullo que soy. Ya estoy en la puerta. Estoy hasta nervioso. Voy a ver cómo ha cambiado esto…
—Buenas noches, ¿tiene ficha?—Me pregunta una rubia en la recepción. Es nueva.
—Sí, claro. Tengo ficha. Lo que pasa que hace mucho tiempo que no paso por aquí…¿Sabes si está Carol?
—Carol...no conozco a ninguna Carol, ¿Le digo quienes están disponibles?—muy amable la chica, no va a dejar que me vaya sin pasar un buen rato.
—Ah, no está. Bueno sí, dígame y elijo.
—Gloria, Martina, Sabina y Natalia.
—¡Anda! Está Sabina, me quedo con ella, gracias.
—El pago se hace por adelantado—me explica como si fuera nuevo en esto.
—Sí, lo sé…
Termino de pagar y me adentro a la habitación 113. No hay 113 habitaciones pero suena bien:
—Estaba esperándote...—Sabina nunca falla…pura inspiración.
“Once de marzo: aquí empezó nuestra historia. Ella pasaba largas noches dando placer a hombres heridos por amor. El amor pasó de largo por mi vida, pero Sabina siempre estaba allí, esperándome.”
¡¡Sigue escribiendo!!
Seguimos leyéndolos e intento acudir a la otra web para leer y valorar tus escritos.