«Que guapa estás esta mañana...»

Me espera otra noche sin dormir. Hace días que no sueño o tal vez no recuerdo haberlo hecho ya que, como dicen los que saben, todo el mundo sueña. ¿Demasiado café, quizás? Ya lo reduciré, por ahora debo concentrarme en acabar con este bloqueo de una vez por todas y seguir adelante.

¿Ya? ¿Tan pronto vuelve a sonar? Lo apago. Ya no puedo más. Ese puñetero sonido me tiene harta y, ¡como me recuerda a ella! Nadie más lo sabe, solo yo, solo ella.

Debo empezar ya o no llegaré a tiempo pero, me es imposible. Su recuerdo me atormenta a todas horas y, sobretodo, el cariño con el que hacía las cosas, el esmero, las ganas, la motivación... ¿Porqué me dejó? ¿Que tengo yo de malo? Claro que… ella era perfecta.

Empiezo y... ¡nada! Ni una sola letra, ni una sola idea, solo ella. Ella constantemente. Vuelvo a pensar en la idea de recuperarla. La necesito, no puedo vivir sin su presencia. ¡Para! Tómate un café e intenta seguir pero, por favor, ¡lávate esa cara!

"Lávate esa cara". Eso me decía siempre tras escuchar ese ruido infernal, esa alarma que nunca llegó a cambiar por mucho que le perturbara el sueño o la sacara de sus casillas cada mañana.

Pues eso voy a hacer, lavarme la cara. Me cuesta levantarme del escritorio hasta para hacer algo tan simple como quitarme esas legañas de los ojos... Tengo que hacerlo, la vida debe seguir. Tras conseguir llegar al baño me lavo la cara con el mismo jabón que ella usaba, ese que tan meticulosamente eligió aquel día que tan feliz se encontraba, solo conmigo, su inspiración siempre, eso me decía. ¡Que imagen! ¡Que guapa estaba!

Con el agua helada en el rostro para conseguir despejarme y sacar de mi cabeza esa alarma del demonio, me miro al espejo: que guapa estás esta mañana. Eso solía decirme, a todas horas. Cuanto me cuidaba, cuanto me amaba… Cuando me escuchaba solo a mí.

¿Por qué me dejaste? Juntas éramos felices, o eso creo. Juntas desde el principio. Por todo hemos pasado unidas e inseparables. Si algo te hacía daño, ahí estaba yo para ahuyentarlo; si algo te distraía, ahí estaba yo para devolverte al cauce; si algo te perturbaba, ahí estaba yo para recordarte que nada podía contigo.

¿Recuerdas cuando teníamos quince años? En ese momento fue cuando empecé a quererte de verdad y saber que nada ni nadie te igualaba. Para mí, eras la mejor: la más hermosa, la más inteligente, la mas...¡todo! Nuestro amor ha hecho que podamos tener esta maravillosa vida que tanto habíamos anhelado y todo gracias a ti y, también, a todo lo que te dí, te doy y te daré. ¿Porque me has abandonado? ¿No ves que sin ti no puedo continuar? Se me hacen los días muy cuesta arriba porque no sé vivir de otra manera que no sea queriéndote todos los días de mi vida, solo a ti. Pero sé que debo continuar escribiendo, es lo que siempre he querido hacer y, con tanto esfuerzo, he conseguido. Voy a intentarlo.

Vuelvo a mi mesa e intento escribir. Nada. ¿Otro café? Creo que lo necesito. Me dirijo a la cocina y llaman a la puerta. Sé que no eres tú y, la verdad, no me apetece ver a nadie más. Espero que no insistan. ¡Qué demonios pasa con tanta prisa! Debería abrir, quizás sea importante...

¡Madre mía! ¡Hacía semanas que no hablaba tanto con nadie! ¡Quince minutos, ni más ni menos! Esa vecina con la que tanto te comparabas resulta que tiene su gracia... Tenías celos de ella, lo recuerdo. Es inteligente, simpática y guapa a mas no poder, pero yo siempre te decía que tu eras mejor, más guapa, más inteligente, más... todo. Parece ser que no funcionó, me dejaste. No te lo acabaste de creer nunca, y tiraste la toalla... ¿¡Pues sabes qué!? Ya es hora de que lo supere.

Acabo de decidir que voy a salir del Narciso en el que estoy metida. Tú y yo teníamos una tóxica relación. Hay un mundo ahí fuera en el que no somos ni las más guapas, ni las más inteligentes, ni las mas...nada, y me lo he estado perdiendo por tu culpa, por mi amor incondicional hacia ti.

Saldré al mundo. Saldrás al mundo. Saldremos al mundo. Te sigo queriendo, eres lo único que tengo pero necesito separarme del amor unilateral que te tengo para poder repartirlo con otros aunque, tú siempre tendrás mi corazón y siempre serás lo primero, como no podría ser de otra manera.

Vuelvo al baño, me gustaría arreglarme estos pelos de loca. Me miro al espejo, el mismo en el que tú te mirabas, el mismo en el que tu te miras ahora, en este preciso instante: ¡Que guapa estás esta mañana!