«Recuerdos de una mente en ruinas»

Aquel día me levanté con el estómago encogido, un fuerte dolor apuñalaba sin piedad mi cabeza.
Mientras tomaba una aspirina junto a mi café matutino, mi perro, Whisky, actuaba de forma extraña... El animal no quería separarse de mí, incluso mordía la pata de mi traje cuando trataba de irme... Era extraño... Pero decidí ignorarlo; porque me dije a mí mismo: "Tal vez únicamente quiera llamar mi atención, y no puedo llegar tarde a la reunión..."

Todo apuntaba a que, las cosas, seguirían su habitual ciclo monótono; pero, en ese preciso instante.... Un sonido ensordecedor captó la atención de todos... El suelo tembló... Las luces se apagaron...
Algo no iba bien... Los gritos desesperados se apoderaron del edificio, y, la gente, huía despavorida; pero, en verdad, nadie sabía dónde ir...
Miré atónito a mi alrededor, y pensé: "Whisky, debí hacerte caso..."

Hoy, al recordar ese trágico día, el alma se me parte en dos...
Compañeros a los que, esa misma mañana saludé, en un segundo, su sangre, teñía de carmín el suelo... Los veía todos los días, pero no recordaba ni sus nombres...

Años y años visitando psicólogos y psiquiatras... Nada... Todo es en vano...

Y es que jamás podré olvidar el tétrico susurro de la muerte, camuflado entre el caos que había...

Sobreviví a aquella pesadilla, pero, no sé confundan... Yo, ya estoy muerto en vida...